ASÍ EMPEZÓ TODO Tecla Lumbreras Kraúel

TECLA LUMBRERAS KRAÚEL

Para Francisco Peñalosa,
Luis Bono,
Alfonso Mora
y María Eugenia Candau
in memoriam

Me siento a escribir sobre los diez años que dirigí la Galería de Arte del Colegio de Arquitectos en Málaga y me llega la triste noticia de la muerte del polifacético artista (dibujante, pintor, diseñador, guionista, escritor…) Ceesepe, el acrónimo de Carlos Sánchez Pérez (Madrid, 1958-1918), uno de los autores más representativos de lo que se dio en llamar la movida madrileña. Mientras miro la espectacular silueta de “Margarita la fiambrera” que cuelga en la pared del salón, gotas de lluvia caen sobre la ventana. Y recuerdo una divertida anécdota de su estancia en nuestra ciudad, con motivo de la exposición realizada en la sala de la institución colegial en el año 1987 junto a sus dos colegas de entonces: Ouka Lele (Madrid, 1957) y El Hortelano (Valencia, 1954), con los que compartió casa y vida. En el avión que les traía a Málaga, Ceesepe se enamoró perdidamente de una joven y atractiva reportera del periódico “El Caso”, que venía a investigar el accidente en la Nacional-340 de un autobús ocupado por músicos del Este, en paradero desconocido. El fotógrafo Carlos Canal, en su calidad de médico, consiguió localizarlos en el Hospital Carlos Haya y la corresponsal pudo hacerles la codiciada entrevista. La resolución del caso facilitó el acercamiento entre el artista y la periodista, y su fiel agradecimiento ambulatorio. De Ceesepe, El Hortelano y Ouka Lele el Colegio posee dos excelentes dibujos y la célebre fotografía “Madrid”, donados generosamente por los autores.

Pero la historia se inicia mucho antes. Como afirma Bernardo Palomo en La Renovación Plástica en Andalucía: Desde el Equipo 57 al CAC Málaga (2004):

La década de los ochenta comienza con un importante acontecimiento de especial significación para la vida cultural de la ciudad de Málaga: se inaugura la sede oficial del Colegio de Arquitectos en Las Palmeras del Limonar. El órgano que aglutina a los arquitectos malagueños tuvo entre sus objetivos el impulsar la actividad cultural de la ciudad, sobre todo se pretendía la difusión de aquellas parcelas que tuviesen una menor implantación y, en aquellos momentos, el arte contemporáneo estaba entre esas actividades de actuación preferencial. Desde un principio las artes plásticas ocuparon un interés absoluto (p. 197).

Con motivo de la inauguración de la nueva sede en Las Palmeras del Limonar de la Delegación en Málaga del Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía Oriental, coincidiendo con el 50 aniversario de la fundación de esta Delegación Provincial, se organizan tres exposiciones que giran en torno a la obra gráfica, coordinadas por el Taller 7/10: Obra Gráfica Contemporánea, cedida por Grupo 15 de Madrid, con piezas de Gerardo Delgado, José Guerrero, Luis Gordillo, Joseph Guinovart, Juan Hernández Pijuán, Carmen Laffón, Manolo Millares, Lucio Muñoz, Andrés Nagel, Pilar Palomer y Antonio Saura, entre otros; El Grabado en Málaga que muestra los trabajos realizados por los dos talleres de gráfica contemporánea existentes en la ciudad, el Colectivo Palmo y el Taller 7/10; y por último, la dedicada a La Obra Gráfica y Sus Técnicas, facilitada por la Delegación de Granada del Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía Oriental, Museo Provincial de Málaga y los coleccionistas Antonio Ruíz y Manuel Tofé, con nombres tan señalados como Rembrandt, Goya, Durero, Braque, Miró o Tàpies. Las obras se expusieron en el interior de una estructura neumática, a modo de “gusano”, realizada para la ocasión por el reputado arquitecto José Miguel de Prada Poole, que recorría los jardines colegiales desde la puerta de entrada hasta el edificio principal.

Además de las tres exposiciones anteriormente citadas, entre 1980 y 1983 se programan otras muestras con grabados de Joan Miró; el singular artista alemán afincado en la provincia Gustav Thörlichen; las escultoras malagueñas Elena Laverón y Machú Harras; sin olvidar Correspondencias 5 Arquitectos 5 Escultores (1983), con piezas de Eduardo Chillida, Mario Metz, Richard Serra, Joel Shapiro y Charles Simond que comparten espacio con diseños de los arquitectos Emilio Ambas, Meter Eisenman, Frank Gehry, Leon Krier y Ventura, Raunch & Scout Brown.

Siguiendo a Palomo, a partir de 1984 se inicia un nuevo periodo coincidiendo con mi trabajo al frente de la galería de arte y la existencia de una Comisión de Cultura especialmente activa durante esos años, de la que formaron parte personas tan entusiastas como la tristemente desaparecida María Eugenia Candau, José Ignacio Díaz Pardo, Pepe Oyarzábal, Tristán Martínez, María Agüera, Alfonso Mora, Carlos Hernández, Luis Pavón, Francisco Montero, Sebastián del Pino, Luis Bono, Manuel Matoses y Juan José Gutiérrez. A la que posteriormente se sumarían: Ciro de la Torre, Luis Pérez de Prada, Dolores Jiménez y Rafael Gómez. Sin olvidar a los presidentes Federico Orellana, Pedro Aparicio y muy especialmente a Francisco Peñalosa, un arquitecto segoviano afincado en Málaga desde 1972, cuya labor al frente del Colegio de Arquitectos posibilitó la conversión de la institución colegial en “un faro de vanguardia, un lugar en el que la cultura contemporánea contribuyó a cambiar una ciudad páramo”, en palabras de Guillermo Busutil (2008).

Será en 1994 cuando la dirección de la galería recaiga sobre Pedro Pizarro y posteriormente José Ignacio Díaz Pardo. En esta tercera etapa continúa el apoyo decidido a los nuevos lenguajes, mostrando un perfil más profesional y menos experimental. Entre las exposiciones individuales más importantes están las de Javier Utray, Daniel Canogar, Isidoro Valcárcel Medina, Juan Hidalgo, Luís Gordillo o Rogelio López Cuenca, entre otras.

El papel jugado por este organismo quedó suficientemente reflejado en la exposición 1980 – 2005. Veinticinco años de cultura en el Colegio de Arquitectos de Málaga que tuvo lugar en las salas de exposiciones del Palacio Episcopal, en diciembre de 2005. En el texto del catálogo “Málaga se divierte”, escrito por mí para la ocasión, se desarrolla ampliamente la especial significación que para la vida cultural de la ciudad supuso la existencia de la galería de arte de las Palmeras del Limonar, como un espacio de proyección de ideas, formas, estilos, géneros, valores, genialidades que no encontraban sitio en otras esferas de la ciudad; un lugar donde confrontar lenguajes, técnicas e información sobre las manifestaciones artísticas más punteras que se estaban produciendo dentro y fuera de nuestro país; y por último, un instrumento de aprendizaje y formación para un público interesado en el arte contemporáneo que de otra manera, y merced a las penurias infraestructurales en materia cultural de la ciudad, no podría haberse dado a conocer jamás (Lumbreras, 2006, p. 21).

Una actividad que también se extendía al mecenazgo y participación en un sin fin de propuestas que se estaban generando en la escena cultural malagueña, facilitando el encuentro y la cristalización de una serie de corrientes e individualidades que sin su ayuda difícilmente habrían podido manifestarse plenamente.

Pero se trata de hablar de mi trabajo al frente de la Galería de Arte del Colegio de Arquitectos, sin olvidar a mis más estrechos colaboradores Juan Miguel García, Encarni Lozano y Macarena Ruiz Meliveo en cuanto al montaje y cuidado de las actividades se refiere. Además de Ana Tomé, José María Camacho y Héctor Márquez, responsables sucesivamente de la comunicación y difusión de estas. También estaban los colegas y todos aquellos que se acercaban a la galería con ganas de echar una mano. Ahí siguen quedando los nombres de artistas y amigos como José María Córdoba, Diego Santos, Plácido Romero, Rosa Pedrero, Rafael Torán, José Miguel Hermoso, Alfredo Viñas, Manolo Monreal, Inmaculada Jabato, Isabel Garnelo, Gloria Merlo, Carmen Peral y Luis Moreno, aunque seguramente estoy olvidando a otros. Éramos jóvenes y nadie pensaba en profesionalizarse. Ninguno cobraba por ayudar a montar y desmontar una exposición, por las ideas sobre futuras exposiciones, por pegar carteles en las calles, repartir pasquines en los bares o llevarte en su coche a recoger a un invitado.

El local estaba situado en un edificio anexo a la sede principal en su enclave actual de Las Palmeras del Limonar, que sirvió en tiempos como vivienda del jardinero. En este lugar ya se habían realizado anteriormente y de forma esporádica algunas muestras e incluso llegó a utilizarse como local de ensayo del grupo musical Generación Mishima, de abril a diciembre del 83, sufragándose los gastos de alquiler del equipo y la edición de una maqueta. Como recoge Bernardo Palomo (2004): “Este grupo pop, liderado por Alfredo Taján, actuó en una de las famosas fiestas veraniegas, que se convirtieron en todo un emblema de la modernidad, con asistencia de personajes muy conocidos, entre los que destacaba un, todavía, casi desconocido Pedro Almodóvar” y su inseparable colega de entonces Fabio McNamara.

Sin embargo, mi primera exposición no fue en la galería sino en el salón de actos del Edificio Principal. La Comisión de Cultura tenía programada con anterioridad una muestra de máscaras del artista sevillano Javier Ancín. Todavía no he olvidado la tensión y el miedo que sentí momentos antes de la hora fijada para la inauguración, mientras dudaba si realmente vendría alguien a visitarla. Pensaba en el hándicap que suponía la lejanía del Colegio de Arquitectos del centro, en una ciudad donde a la gente le costaba desplazarse, en la falta de una línea regular de autobuses y en las dificultades de localización por la falta de señalización en la zona. Por eso nunca olvidaré a las primeras personas que llegaron, Joaquín y Queti, a las que siguieron otras, y a éstas, otras muchas que llegaron a ser amigos a fuerza de subir a la sala de exposiciones del Colegio durante diez años, superando los mismos obstáculos cada quince días, hasta convertirla en un lugar de encuentro, en un espacio fundamental para entender la pequeña o gran historia cultural de Málaga. Y aunque algunos de aquellos primeros visitantes dejaron de venir, o lo hacían esporádicamente, aparecieron otros nuevos, más jóvenes, que fueron llenando el lugar sin fallar nunca.

Cruzando las fronteras

Si aquella exposición de máscaras fue la primera, el cuadro que inició la colección fue La sombra de José María Córdoba. Este pintor cordobés afincado en Mijas estuvo durante un tiempo muy ligado a la Comisión de Cultura, con quién colaboró asiduamente a raíz de una muestra de sus pinturas en junio de 1984.

A él debemos los primeros contactos con colectivos de artistas extranjeros. Grupos como el danés Leifsgade-22 o el holandés De Vonk no sólo expusieron en la sala sino que fueron invitados a Málaga durante un mes para realizar “in situ” sus instalaciones en los jardines colegiales. La experiencia fue apasionante: para los foráneos suponía enfrentarse a una obra concebida para un espacio concreto, realizada con materiales autóctonos; para los creadores y aficionados locales supuso la posibilidad de confrontar lenguajes, técnicas, información, amistad… Gracias a aquellas relaciones algunos malagueños expusieron en otros países. De cada uno de ellos quedó una muestra de sus creaciones, contribuyendo a enriquecer y a abrir las fronteras de los fondos colegiales, con casos como el de los artistas daneses que donaron su producción íntegra al Colegio de Arquitectos.

Estas primeras experiencias iniciaron una de las líneas programáticas de la galería: la celebración de muestras de artistas foráneos con las que se pretendía incentivar en la medida de lo posible el contacto con los creadores locales. Valga recordar la titulada Constructivistas concretos de Skane (1990), con obras de Sven Hansson, Alexius Huber, Bengt Orup y Torsten Ridell. O De Sur a Sur. Del Báltico al Mediterráneo (Ulf Trotzig y Co Hulten), realizada en el mismo año en colaboración con el Centro Cultural de la Generación del 27, Ayuntamiento de Málaga y Caja de Ahorros de Antequera. O Cuatro pintores de Londres (1991), comisariada por Enrique Juncosa, con la participación de Tony Bevan, Adam Lowe, Glenys Johnson y Joao Penalva, y el apoyo de The British Council (Madrid).

Mención aparte merece el ciclo “Las Fronteras del Arte”, celebrado en los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1992, que reunía una serie de exposiciones y actividades relacionadas con la situación del arte y los creadores en diferentes latitudes. En Las Fronteras del Arte: Tallin-Helsinki-Málaga participaron los artistas estonios Urmas Viik, Andres Tali, Leonhard Lapin, Jüri Okas y los finlandeses Heikki Kukonen, Harri Lepänen y Tapani Mikonen. La exposición iba acompañada de la mesa redonda “Circunstancias sociopolíticas y realidad cultural en las nuevas Repúblicas Bálticas”, moderada por Carmen Jimeno, que contó con la presencia de Marta Rajzner, María Reimal, Miguel Romero Esteo, Manuel Morales, Juan Antonio Lacomba, Heikki Kukkonen, Andres Tali y Urmas Viik. A continuación tuvo lugar un concierto de violonchelo y piano a cargo del dúo Tammik, formado por Urmas Tammik e Isabela Tchekushina.

Los pintores cubanos José Toirac y Tanya Angulo, a quienes conocimos por el colectivo Agustín Parejo School, intervinieron en el ciclo Las Fronteras del Arte: La Habana-Málaga, con la exposición y mesa redonda “Política y Cultura tras la Revolución Cubana”. La responsable de prensa Ana Tomé actuó como moderadora de Lino García, Alejandro Rodríguez Carrión, Alfredo Taján, Antonio Nadal, Vicente Granados, Carmen de Julián y los mencionados artistas.

Finalmente, Las Fronteras del Arte: Ámsterdam-Málaga mostró la obra de la escultora Martie Van der Loo, la pintora Edith Sont y la fotógrafa Diana Blok. El periodista Héctor Márquez fue el encargado de moderar “El caso holandés: ejemplos prácticos de mecenazgo artístico”, que contó con la participación de Enrique Castaños Alés, José Manuel Cabra de Luna, Pedro Pizarro y las artistas participantes.

Extraños en el paraíso

El carácter cosmopolita de Málaga también se vio fielmente reflejado en nuestra programación. Una vuelta de tuerca más la constituyó la exposición ¿Qué pintamos aquí? (1989). Se trataba de reunir a más de una treintena de creadores extranjeros, entre pintores y escultores, algunos de ellos arquitectos, que vivían y trabajaban en nuestra provincia. Su interés radicó, al margen del artístico, en posibilitar el primer censo público de artistas foráneos en la provincia. Fue una exposición esforzada, donde la labor de José María Córdoba y los propios artistas resultó impagable, pero donde nos quedó una imagen imborrable del Babel cultural en la inauguración de la muestra.

Una presencia a la que no era ajena la institución colegial que, como señalamos anteriormente, en el año 1982 llevó a cabo la muestra del fotógrafo y pintor alemán Gustavo Törlichen (Hamburgo, 1905-Alhaurín el Grande, Málaga, 1986). Además en 1984 se programaron tres exposiciones de autores foráneos que residían en la zona, entre los que estaban: el alemán Stefan von Reiswitz (Múnich, 1931), el inglés Alan Burden (Harrow, 1938) y el danés Preben Sonne (Copenhague, 1928). Dos años después, la artista sueca Madeleine Edberg (Boden, 1938) exponía en los jardines del recinto colegial su delicado trabajo Fibras.

Finalmente, en 1988 tendría lugar un acontecimiento de especial relevancia en la historia de la galería del Colegio como fue la presentación de la magna y desconocida obra del creador Frank Rebaxes (República Dominicana, 1907-Massachussets, EE.UU, 1990), bajo el enigmático nombre El Mundo de Cirilo os da la bienvenida. La introducción en el “secreto mundo de Cirilo” se debió a un antiguo profesor de yoga, Enrique Moya. La exposición fue minuciosamente pensada y diseñada por el autor con la valiosa ayuda de Aurelio Ariza. El público que asistió aquella noche a la sala quedó entusiasmado, lo que llevó al escritor y articulista Guillermo Busutil (1988) a escribir:

De todas las exposiciones que han pasado por el Colegio de Arquitectos durante este año, la de Frank Rebaxes es la más difícil, la más arriesgada en planteamientos estéticos y a la vez la única que ha dado la imagen de un universo plástico fuera de los límites del espacio y del tiempo.

Paseando por el litoral

Otra de las personas capitales en la historia de nuestras actividades fue el polifacético artista Diego Santos, a quien yo conocía del Taller 7/10. La colección del Colegio posee una magnífica pieza y varias obras gráficas del malagueño. De él siempre he admirado su profesionalidad, su entusiasmo inquebrantable para montar lo que parecía imposible y su cuidada y sistemática preocupación por el detalle. Con él iniciamos una serie de exposiciones relacionadas con las Costa Occidental de Málaga, y más concretamente con Torremolinos, como fueron: Bajondillo. Tótems para una playa, Marco’s Mini-bar. Cultura guiri y El Estilo del Relax (N-340, Málaga, h. 1953-1965), que marcaron hitos en la historia expositiva de esta ciudad y ayudaron a escribir las páginas más brillantes de la galería.

Valga recordar la edición del catálogo-libro El Estilo del Relax, ideado por Santos con textos de Juan Antonio Ramírez y fotografías de Carlos Canal, cuya publicación apareció en numerosos reportajes de la prensa nacional, escritos por reputados articulistas como Félix de Azua, Fernando Samaniego, Juli Capella, Ángel Fernández-Santos, Gustavo Tambascio y el propio Ramírez, así como en las revistas Bulevar, Sur-Express o De Diseño.

También a Juan Antonio le debemos el llamado Templicón (1985), un curioso Templo-Armario-Puerta Triunfal en homenaje a la pintura, construido por el historiador y decorado por Carlos Durán, Gabriel Padilla, Pepe Seguiri y Antonio Olveira, pertenecientes a la nómina de la nueva figuración malagueña, siguiendo el programa iconográfico propuesto por el autor. El pasado año pudimos verlo en la sala de exposiciones del edificio del Rectorado formando parte de la muestra El bricoleur y la ciudad: Juan Antonio Ramírez y el ecosistema del arte en Málaga (1980-2000) y actualmente se encuentra depositado en el Museo de Málaga.

Instalaciones, happenings y performances

Por aquellos años no sólo fui camarera en el bar de Marco, después de desmontar el local e instalarlo en la galería con ayuda del propietario, también fui ‘voyeur’ en el mundo de los gimnasios examinando a imponentes culturistas, o buscando en las calles a jóvenes musculosos que tuviesen un nombre tatuado en el brazo, un amor de madre en el hombro o una mujer desnuda en la espalda. En esas derivas encontré a Cathy Bayle, especialista en maquillar el cuerpo. Y con todos ellos organizamos la exposición Adornar el cuerpo, adornar el espacio (1985), que tuvo lugar en dos espacios bien distintos: la galería de arte y los jardines. El cuerpo y el espacio como sujetos de la creación artística. En la sala de exposiciones, estaban los trabajos relacionados con el culturismo, tatuaje y body art. Fuera, en los jardines, un grupo de artistas se ocupaba de “adornar el espacio” con una serie de actuaciones plásticas, a cargo de Manuel de Castro, José Seguí, Gabriel Padilla, Alfonso Serrano, Agustín Parejo School y Diego Santos.

Otro de los montajes más espectaculares, que requirió más trabajo por parte de todos nosotros, fue el ciclo dedicado a Los cuatro elementos (1986). Tanto en la idea como en la plasmación de esta fuimos asesorados por un grupo de físicos de la Universidad de Málaga, a los que se unieron Carla Escudero, José Manuel Guevara, Rafael Torán, Bola Barrionuevo y Diego Santos con la idea de recrear durante un mes, mediante cuatro exposiciones semanales, el aire, el agua, el fuego y la tierra.

Tras el Festival de Poesía-Acción realizado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y el taller impartido por Juan Hidalgo, fundador con Walter Marchetti del grupo Zaj (1964), pionero en el ámbito nacional del happening y la performance y vinculado en un primer momento al movimiento Fluxus, se llevó a cabo en los jardines colegiales el primer Ciclo de Acciones (1990), propiciado por José Ignacio Díaz Pardo y coordinado por Francisco González. Para comunicar sus mensajes poéticos, los artistas participantes utilizaron elementos de otras artes, como la plástica, la música, el teatro, la danza…, o bien realizaban gestos y movimientos cotidianos, actividades rutinarias que forman parte del quehacer creativo. El calendario fue el siguiente:

– 27 de abril: Acciones 1, en el que participan Francisco González, Joaquín Martínez Romero, Graciela Baquero Ruibal y Sara Rosemberg.

– 18 de mayo: Acciones 2, que cuenta con Dionisio Romero, Lucía Álvarez y Esther Roth.

– 8 de junio: Acciones 3, con Jaime Vallaure, Nieves Correa, Luis Contreras Pardo y José Luis Bazán.

Finalmente sólo decir que en la exposición Fuera de catálogo. Arte de acción en Andalucía, celebrada en 2006 en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, estas sesiones de Poesía-Acción realizadas en los jardines colegiales están recogidas como precursoras del “accionismo” en Andalucía.

En el primer aniversario de la caída del muro de Berlín tuvo lugar la exposición Berlín Berlín (1990), ideada por el artista multimedia Jorge Dragón. En ella se reunían una serie de trabajos ilustradores de la realidad berlinesa, en el campo de la video-creación, fotografía, diseño gráfico, pintura “sobre muro” y grafiti. En la sala principal de la galería se podían leer frases rescatadas de los medios de comunicación que recorrían toda la pared de arriba abajo jugando con el valor plástico de las tipografías, además de carteles y pintadas con un cariz sociopolítico y una selección de piezas realizadas en el último año en el campo del diseño gráfico. Además de las aportaciones del colectivo Agustín Parejo School, Encarni Lozano y el propio Dragón, también estaban quince fotografías a color del alemán Heinz J. Kuzdas con pintadas ejecutadas sobre el muro, que habían sido presentadas en la Elefanten Press Gallery de Berlín bajo el título Arte en el muro. Y las imágenes tomadas por el fotógrafo Ignacio Gómez de Aranda en sus viajes a Berlín. Finalmente, en dos monitores se podían visionar las cintas de catorce videoartistas berlineses, presentadas en el VIPFILM 8, entre las que destacaban las creaciones de Karawahn, Baranek, Melhus, Kircheim, Bruning, Wolkenstein o Meier. La muestra realizada en colaboración con la Dirección General de Extensión Universitaria de la Universidad de Málaga y el Centro de Tecnología de la Imagen, tuvo su continuación en el ciclo de proyecciones Berlín en el Cine, programado por el Cine Club Universitario en el desaparecido cine Victoria.

Territorios ocupados. 1492-1993 fue el título y el lema de una exposición-instalación que planteaba una visión crítica sobre la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América y la Exposición Universal de Sevilla del 92. Fue también el nombre de un colectivo del que formaron parte Carlos Canal (fotógrafo y creador de la idea), Jorge Dragón (videoartista, autor de instalaciones, fotógrafo y editor), Camino Lasso (madre y exmodelo, como le gustaba decir) y Rodrigo Rosado (articulista y escritor, empresario de negocios nocturnos, más conocido como letrista del grupo de pop malagueño Danza Invisible).

En esta misma línea, se situó la controvertida exposición Sus labores (1992), que reunía una multitud de trabajos realizados tradicionalmente por las mujeres en el ámbito doméstico: labores de costura (ganchillo, petit point, crochet…), centros de mesa, repostería, una batería de cocina con distintos tipos de sopas, utensilios de limpieza, presididas por el manifiesto de las Guerrilla Girls Las ventajas de ser una mujer artista (1988).

Con estas muestras, además de estar al tanto de los acontecimientos y preocupaciones más recientes, la Comisión de Cultura del Colegio de Arquitectos avanzaba en su línea de acogida de todos aquellos discursos artísticos que dentro de un nivel de calidad, digno y coherente, representaban una visión crítica e innovadora en relación a sus presupuestos formales y/o ideológicos.

La fotografía, el video y el diseño

Como confirma Palomo (2004): “También se hizo especial hincapié en el mundo de la fotografía, el vídeo y el diseño, que en aquellos años todavía no estaban consideradas como unas actividades plenamente incorporadas al arte contemporáneo” (p. 198)”.

Valga recordar el ciclo “Huida hacia la propia imagen” (1984), dedicado al género del retrato, el fotorreportaje, el desnudo, la arqueología industrial, la moda y la publicidad, con obras de Pablo Pérez Mínguez, Bernardo Pérez, Preben Sonne, Carlos Canal, Sylvia Polakov y Carlos Barranco, respectivamente. También expusieron en la sala fotógrafos de la talla de Ouka Lele (1987), Joel Meyerovitz (1988), Pepe Ponce (1989), Robert Mapplethorpe (1991), Holger Trülzsch y Miguel Trillo (1993), entre otros. Además en 1990 tuvieron lugar las muestras colectivas: Eterno efímero (fotografía de publicidad y moda, en colaboración con la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Publicidad y Moda de Madrid) o Ámbitos de la fotografía 1990, con obras de Luis Miguel Fernández, Ricardo Guixá, Francesc Mulet, Daniela Músico y Aleydis Rispa, y la participación del Instituto de la Juventud.

La catalogación de la colección de fotografía de la institución colegial, iniciada por mí y posteriormente ampliada por Pedro Pizarro, ha sido estudiada en profundidad por la profesora y artista Isabel Garnelo en su tesis doctoral La fotografía de creación. Análisis de los fondos fotográficos de destacadas instituciones públicas y privadas de Andalucía (2005). Los nombres de Diana Block, Ouka Lele, Pablo Pérez Mínguez, Miguel Trillo, Sylvia Polakov, Bernardo Pérez, Daniel Canogar, Carlos Canal, Carlos Barranco, Preben Sonnen, Pepe Ponce, José Antonio Berrocal, Ignacio del Río, José Carlos Cómitre, Ángel Horcajada, Natalia Resnik, Luxuria, José Luis Rodríguez o Ignacio Gómez de Aranda, dan buena cuenta del interés por la fotografía en las programaciones colegiales.

El vídeo

El Colegio de Arquitectos continúa con su labor de dar a conocer distintos campos de la creación, girando su mirada hacia el vídeo como soporte de expresión artística y más concretamente hacia el desarrollo que este medio estaba teniendo en el Estado español. Así, a finales del 89, tiene lugar la exposición Videoinstalaciones en la que participan los jóvenes creadores Marcelo Expósito, Paco Utray / Luís Lamadrid, Gabriel F. Corchero y José Antonio Hergueta.

Partiendo de un ciclo proyectado por la Filmoteca Andaluza, el 4 de junio de 1991 daba comienzo el ciclo Antología de la videocreación española. Una retrospectiva de los últimos quince años de videoarte en nuestro país, de una semana de duración, que reunía cuatro programas diferentes con nombres tan conocidos como los de Francesc Torres, Antoni Muntadas, Raúl Rodríguez, Javier Codestal, José Ramón da Cruz o el dibujante e infógrafo Juan Carlos Eguillor, junto a videoartistas más jóvenes como Gabriel Lacomba, Gabriel Corchero o José Antonio Hergueta.

Éste último, dio paso a un mini-ciclo de la vídeocreación en Málaga. La proyección reunía los trabajos Evidentemente, un espejismo (1989) de Hergueta; Sirenas (1990) de Rocío Verdes; Urutaú (1991) de Odile Ruíz; Expaña expera la Expo (1991) de Carlos Canal; La huella (1990) de Jorge Dragón; Fauna amenazada (1991) de Salvador Fernández Laporte; Cristofonía (1988) de José María García del Corral; Un lunar en el sol (1987) de Aquilino, José Manuel, José María y Juan Alberto; Ese mar, Singapore (Venía de las Indias el barco) y La fiesta nacional (1990) de Rafael Díaz y El amor apesta (1989) de Eduardo Guille.

Tanto las proyecciones como la charla de clausura, a cargo del director del programa de Televisión Española Metrópolis Alejandro V. Lavilla, –a quién acompañó Javier Ramírez, director del Centro de Tecnología de la Imagen de la Universidad de Málaga- tuvieron lugar en la Galería de Arte del Colegio que en esta ocasión se habilitó como una muy particular sala en la que cinco camas de matrimonio y otros cinco monitores permitían al visitante un agradable visionado. ¡Hasta Lavilla dio su conferencia tumbado en una de ellas!

El diseño

En 1985 se organiza el primer “Ciclo de diseño en Málaga” cuyos ejes principales fueron la gráfica (Manuel Gutiérrez, Antonio Herráiz, Manuel Morales + Francisco Santana y Pepe Oyarzábal); el diseño industrial (Pepe Seguí y Diego Santos); el diseño marginal (comics, fotonovela, grafitis, fanzines y carteles de cine); la moda (Tomatto y Andrógina, además de jóvenes diseñadores malagueños de la talla de José María Soler, Carlos Motta o Matilde Villalobos) y los objetos de buen diseño, donde participan personalidades de la vida política, social y cultural aportando un pieza. El asunto salió en todas las páginas de prensa nacional, por el “támpax” que llevó la Diputada de Cultura de entonces. Este interesante ciclo culminó con un pase de modelos en los jardines del Colegio, para el que diez creadores malagueños (Carlos Durán, Pepe Seguiri, Gabriel Padilla, Bola Barrionuevo, Chema Lumbreras, Isabel Garnelo, Alfonso Serrano, José Ignacio Díaz Pardo, Antonio Herráiz, Agustín Parejo School, Juan Leyva, Diego Santos y Manuel de Castro) diseñaron un vestuario original.

También hubo otras muestras que reflejan el interés despertado por el diseño en aquellos años, al que el Colegio no fue ajeno en su programación. Como recordaba la arqueóloga municipal Carmen Peral, asidua visitante de la galería, “por primera vez, nos olvidamos del estilo ‘remordimiento’ de las consultas médicas y de los muebles de caoba de las casas burguesas, y comenzamos a interesarnos por el diseño moderno”. Valga recordar Hoy es color. Diseñar con formica que reunía doce paneles de 2 x 2 metros realizados con una nueva gama cromática de laminados decorativos para ser utilizados por arquitectos y diseñadores en el diseño de muebles e interiores, a partir de bocetos originales de los artistas gráficos Alberto Corazón, Alfonso Sostres, Roberto Turégano, Javier Mariscal, Enric Satué, Claret Serrahima, Peret, Pedro García Ramos, José Mª Mir/Joaquín Nolla, Javier de Juan, José Mª Cruz Novillo y América Sánchez. O La sala de Stark del diseñador francés Philippe Starck, cuyos muebles y objetos de diseño se distribuyeron por las paredes y el techo de la galería. Además de Muebles diseñados por arquitectos y Otros Muebles (diseños andaluces), ambas en 1989.

Artistas malagueños

Entre sus logros también está el haber apostado desde sus inicios por la promoción de artistas malagueños y jóvenes, cuyas estéticas no encontraban ningún hueco en los canales de exhibición y distribución de obras de arte en la ciudad. Así mismo y relacionado con este punto, el organismo colegial financió algunas exposiciones del Colectivo Palmo y apoyó económicamente la aparición y asentamiento del Taller de Gravado 7/10.

El colectivo malagueño Agustín Parejo School expuso por primera vez en la galería en el año 85, casi en los comienzos de ésta, y a partir de entonces tuvieron una presencia continuada en nuestras actividades. Atrás quedaron jugosas colaboraciones, como Dû Côté de l’URRS (1985) o Sin Larios (1992). Esta última de rabiosa actualidad.

Ellos fueron también los autores de la portada del catálogo editado con motivo de la exposición Nueve no vistos (1985) que resultó a la postre fundamental para el descubrimiento público de una tercera generación de artistas malagueños, formada por Manolo Criado, Agustín Gallardo, José Carlos Guevara, Virginia Lorente, Benito Lozano, Chema Lumbreras, José Melguizo, Enrique Queipo y Plácido Romero, a los que muy pronto se unirían otros como Sebastián Navas, Rafael Alvarado o Isabel Garnelo. Además de abrir otra de las líneas constantes de actuación de la galería del Colegio de Arquitectos en Málaga, que no fue otra que el descubrimiento y promoción de jóvenes valores a través de exposiciones y montajes colectivos que sirvieron de plataforma de muchos de ellos. Pero no quiero olvidar otros nombres, algunos con bastante peso específico y otros fuera de los circuitos, como los de Faustino Cuevas, Luís Bisbé, Joaquín Gallego, Joaquín Ivars, Jesús Marín o Pilar López en pintura o instalaciones; Encarni Lozano, Francisca Serón, Carlos Brotons, Pablo Díaz García, Odile Ruíz, Pedro Avilés & Enrique Gallardo en escultura; Paco Serrano, Ángel Horcajada, Ignacio del Río o Juano Díaz Calero en fotografía, y tantos y tantos otros que han sido, son y esperamos que sigan siendo.

También es de justicia recordar la colaboración estrecha que el pintor Plácido Romero tuvo con nosotros. A él sin duda le debemos el interés, del que nos hizo partícipes, de toda una estimabilísima corriente neofigurativa malagueña de una promoción anterior: artistas como Bola Barrionuevo (Bola 85), Chema Tato (1985), Gabriel Padilla (Daniel y los leones, 87), Pepe Seguiri (Esculturas, 1988), Daniel Muriel (Primero fue el ladrillo después vino la patata, 1992) o el propio Romero (1988) nos enseñaron tesoros gracias a su insistencia. Así mismo, su apoyo resultó fundamental para el correcto desarrollo de exposiciones como la de Autorretratos malagueños (1986).

Ese mismo año, poco antes de su muerte, tuvo lugar en el recinto colegial la excepcional muestra del artista y activista cultural Joaquín de Molina, al que recientemente la Universidad de Málaga dedicó una merecida retrospectiva contando con dos magníficas piezas de los fondos colegiales.

Mujeres artistas

La galería también abrió sus puertas a las primeras autoras malagueñas. La nómina de creadoras, de disciplinas y procedencias diversas, que expusieron en la sala y enriquecieron el patrimonio colegial, es numerosa en un tiempo donde las mujeres artistas solían ser minoría en las programaciones oficiales. Baste recordar la participación en colectivas de Concha Mamely, Margaret Harris, Herminia Hernández, Virginia Lorente, Antonia Barba, María Jesús Camacho, Carmen López, Titi Pedroche, Francisca Serón, Ángela Ache, Dolores Lamamié, Pilar López, Elena Garnelo, Odile Ruiz, Verónica Bulnes, Nela Codes, Matilde Secco, Concha Valderrama Galea, Liviana Leone, Natalia Resnik y Esther Cardell. Además de las exposiciones individuales: Fibras (1984) de Madaleine Edberg; Pinturas (1984) y Singularidad (1992) de Isabel Garnelo; Enloquecida cordura (1986) y Texto, pretexto y fotografías (1990) de Rosa Pedrero; Ideas luminosas (1987) de Jesusa Díaz-Meco; Son de mi raza (1992); de Encarni Lozano; y Muñecas (1993) de María Victoria Herrero, esta última patrocinada por el curso Urbanismo y Mujer (programa NOW de la Unión Europea), con la colaboración del Instituto de la Mujer de Málaga. 

Otras geografías

La sala del Colegio de Arquitectos también sirvió de escaparate para otras zonas geográficas. Valgan como ejemplo: Ocho Pintores Juntos (1985), en la que participan los sevillanos Rafael Agredano, Curro Casillas, Fede Guzmán, José María Larrondo, Paco Lomas-Osorio, Fau Nadal, Agus Povedano y David Padilla, agrupados en torno a la galería La Máquina Española y la revista Figura, cuya presentación tuvo lugar el día de la inauguración; Artistas Catalanes (1986), de la que forman parte Alfredo Balash, Félix Baldasano y Alicia Vela; Más al Sur. Ocho pintores canarios (1987), con Sira Ascanio, Gregorio González, Marta Mariño, Jorge Ortega, Juanfra Ortega, Gabriel Ortuño, Pilar Rodiles y Montse Ruíz; Colectiva de artistas de Cuenca (1990), que reúne a Bonifacio, Carmen Pinuaga y Javier Pagola, con la colaboración de las galerías Sala Alta y Juana Mordó; Construcciones. Seis escultores (1990), con Gabriel F. Corchero, Ricardo Cotanda, Pep Durán, Begoña Goyenetxea, Emilio Martínez y Manuel Saiz. Y finalmente, Guernica en Málaga (1993) de Juan Delcampo (nombre supuesto que congregaba a los artistas Chema Cobo, Abraham Lacalle, Pedro G. Romero y Luis Navarro).

Además de las muestras individuales de artistas de la talla de Jiri G. Dokoupil, Joel Meyerovitz, Philip Starck, Robert Mapplethorpe, Manolo Valdés, Miguel Barceló, José Manuel Broto, Guillermo Pérez Villalta, Juan Navarro Baldeweg, Javier Mariscal, Pepe Espaliu, Menchu Lamas, Eva Lootz, Christine Boshier, Víctor Aparicio Abundancia, Pablo Pérez Mínguez, Miguel Trillo, Dieter Huber o Tony Bevan, entre otros.

Pero el tiempo es corto y los recuerdos demasiados. Debería necesitar más tiempo para empezar a ser ecuánime y equilibrada en los mismos, y como tampoco trato de ser exhaustiva, al final no podré hacer justicia a todo ni a todos. Sólo mencionar aunque sea someramente otras exposiciones que dan fe de esa fascinación por lo nuevo que caracterizó la programación cultural de la institución colegial: Makoki (1977-1987), diez años de lucha (exposición homenaje al popular personaje del comic con obras de Gin, Montesol, THA & TP, Bigart, Romeu, Mariel y M. Barceló, José Luis Martín, Micharmut, Mariscal, Nazario y muchos más); Alerta Roja (instalación donde un coche arrastrado por las aguas recordaba las trágicas inundaciones del año 89), Otras epidermis (creativas marionetas y cabezudos de Ángel Calvente y Jesús Calvo), El Coleccionista (una impresionante y magnífica colección privada de un coleccionista malagueño de arte contemporáneo, acompañada de la charla-coloquio “Hablar con el piloto: algunos casos de coleccionismo militante en el siglo veinte” de Juan Pablo Wert y Miguel Morán Turina); Del Natural (increíble concurso de pintura al aire libre y posterior subasta de cuadros donde se vendió bastante, e incluso se realizaron intercambios, pues la intención era fomentar el trueque); Sólo de sonetos (donde los poetas mostraban gráficamente sus poemas y ofrecían al público la oportunidad de convertirse en poetas); Tórtola Valencia (el diario visual de una bailarina de principios del siglo XX); La ciudad velada: los manuscritos del paseo marítimo (exposición de dibujos y manuscritos del poeta Rafael Pérez Estrada y fotografías de Pepe Ponce para el libro La ciudad velada); Arte en el supermercado (cientos de obras de arte a precio de saldo); ¡Qué noche la de aquel día! (festival multicultural de música, teatro, artes plásticas, cine, video-creación, performances, poesía, narración, instalaciones, diseño, moda, fotografía, acciones y maratón/concurso fotográfico) y un largo etcétera.

En resumidas cuentas, como afirma Borja Casani (1991), un heterogéneo conjunto que son el reflejo de un tiempo donde primaba la energía y la creatividad por encima de las grandes obras y los grandes maestros.

Construyendo los cimientos

El mecenazgo cultural es hoy en día moneda corriente por parte de fundaciones, asociaciones y empresas privadas, conscientes de sus deudas sociales. Por tanto, es de justicia señalar el carácter pionero de mecenazgo y patrocinio artístico desarrollado prácticamente en solitario por el Colegio de Arquitectos de Málaga, en aquellos años. Ahí están las ayudas de apoyo a la investigación y creación arquitectónica en particular y de las artes visuales en general, mediante la subvención de proyectos, la concesión de becas, de material de trabajo o simplemente la cesión de sus instalaciones para la realización de propuestas de creación e investigación. Valga como ejemplo los Premios Málaga de Arquitectura en sus modalidades de Periodismo, Arquitectura, Interiorismo, Urbanismo y Espacios Públicos y Rehabilitación, llevados a cabo desde 1984. O la financiación de publicaciones, exposiciones, becas de estudio o tesis doctorales, de manera individual o en colaboración con la Universidad de Málaga, los certámenes de pintura o las muestras de jóvenes creadores de distintas disciplinas artísticas que cada año exhibían por primera vez su obra públicamente…

Pero, sobre todo, la importancia de su labor reside en haber propiciado el contacto de la sociedad malagueña con las manifestaciones más punteras de la “modernidad”, momento de creación y estetización social que tuvo en las programaciones de la asociación colegial amplia acogida toda vez que ningún organismo entonces, por mor del reciente asentamiento de las instituciones democráticas y por tanto aún bisoños y carentes de recursos, pudo hacerse eco suficiente. El carácter arriesgado de las propuestas que acogió o produjo directamente durante ese periodo, entre exposiciones, seminarios, debates, conferencias, mesas redondas, reivindicaciones públicas, ediciones de libros, revistas y fanzines, conciertos, obras de teatro, muestras de video, de cine, happenings, performances o acciones poéticas, en ningún caso podrían haber tenido lugar bajo el auspicio de otras iniciativas e instituciones.

Por último, y no por ello menos importante, es de destacar la voluntad firme de promoción y difusión del hecho arquitectónico entre los ciudadanos de la localidad, entendiendo que la falta de conocimiento y reflexión sobre la arquitectura y el planeamiento urbano es el causante en parte de que nuestras condiciones de vida no sean a veces ni parecidas a las que podrían hacernos más felices. Por ello desde el Colegio se propició siempre el foro de debate de los distintos aspectos relacionados con el tema, a través de las obras, la memoria o las opiniones de los arquitectos más indiscutibles del momento.

Para terminar, sólo decir que muchas veces sin darme cuenta me he desviado de mi camino en dirección a la sede del Colegio de Arquitectos en las Palmeras del Limonar y a sus jardines, amorosamente cuidados por Guillermo García Pascual.