Exposición

MUSEO DEL PATRIMONIO MUNICIPAL SALAS DE LA CORACHA

Ayuntamiento de Málaga Área de Cultura

Francisco de la Torre Prados
ALCALDE DE MÁLAGA

Gemma del Corral Parra
TENIENTE DE ALCALDE CONCEJALA DE CULTURA

Susana Martín Fernández
DIRECTORA GENERAL DE CULTURA Y EDUCACIÓN

COLEGIO DE ARQUITECTOS DE MÁLAGA

Francisco Sarabia Nieto
DECANO-PRESIDENTE

María García Romero
SECRETARIO

Carmen Baeza Rodríguez
TESORERO

Daniel Rincón de la Vega
VOCAL

Francisco Javier Alés Soto
VOCAL

EXPOSICIÓN

ORGANIZA
Ayuntamiento de Málaga Área de Cultura

COLABORA
Colegio de Arquitectos de Málaga

COMISARIADO
Pedro Pizarro

COORDINACIÓN
Sección de Cultura Ayuntamiento de Málaga

IMAGEN Y DISEÑO
José Abolafio

MONTAJE AUDIOVISUAL Y DISEÑO WEB
Olga Gómez Millón

IMPRENTA
Gráficas Urania

MONTAJE Y TRANSPORTE
Japón Montajes de Arte

ROTULACIÓN
Prife Centro Gráfico Digital

SEGUROS
Aon Risk Solutions XL Catlin

PROYECTO EDUCATIVO
Factoría de Arte y Desarrollo

CATÁLOGO

EDICIÓN
Ayuntamiento de Málaga Área de Cultura

PRESENTACIÓN
Francisco de la Torre Prados Francisco Sarabia

TEXTOS
Francisco de la Torre Prados Francisco Sarabia
Pedro Pizarro
Tecla Lumbreras
José Ignacio Díaz Pardo

DISEÑO Y MAQUETACIÓN
José Abolafio

IMPRESIÓN
Gráficas Urania

© de los textos, sus autores
© de las imágenes, sus autores
© de las fotografías, José Luis Gutiérrez
© del catálogo, Área de Cultura. Ayuntamiento de Málaga
© Dis Berlin, Ceesepe, José Manuel Ciria, El Hortelano, Pepe Espaliú, Ramiro Fernández Saus, Luis Gordillo, Dieter Huber, Menchu Lamas, Eva Lootz, Juan Navarro Baldeweg, Francisco Peinado, Guillermo Pérez Villalta, Enrique Brinkmann, Cruz Novillo, Chillida Leku, Gerardo Delgado, Hernández Pijuán, Francisco Soto Mesa, Daniel Canogar, Ouka Leele, P.P.M, Miguel Trillo, Diego Santos, Joaquín Ivars, VEGAP, Málaga, 2018.
© José Ortiz De Echagüe, Museo Universidad de Navarra, VEGAP, Málaga, 2018.

PRESENTACIÓN

FRANCISCO DE LA TORRE
ALCALDE DE MÁLAGA

Para el Ayuntamiento es un honor acoger en las Salas de La Coracha, del Museo de Patrimonio Municipal, la exposición Palmeras de fuego que abarca una nutrida selección de la Colección de Arte del Colegio de Arquitectos de Málaga.

Al Colegio de Arquitectos le cabe el honor de haber iniciado, a principios de los años ochenta, una serie de actividades relacionadas con la cultura contemporánea, situando a nuestra ciudad en el mapa de la cultura española e internacional. Quizás debamos a esa voluntad la ciudad de la que hoy disfrutamos, donde Málaga se ha convertido en un referente internacional del arte, especialmente en valorados museos.

La Colección del Colegio de Arquitectos abarca casi cuatrocientas obras de las que el comisario ha seleccionado las más significativas para dar una panorámica científica de ella. Se podrán ver obras de artistas malagueños, nacionales e internacionales. Entre ellos podemos citar a: Dis Berlin, Bola Barrionuevo, Cesepe, El Hortelano, Pepe Espaliú, Ramiro Fernández, Luis Gordillo, Federico Guzmán, Eva Lootz, Rogelio López Cuenca, Chema Lumbreras, Juan Navarro Baldelweg, Francisco Peinado, Guillermo Pérez Villalta, Finn Peterssen, Enrique Queipo, Elena Asíns, Enrique Brinkmann, Eduardo Chillida, Gerardo Delgado, Joan Hernández Pijoan, Joaquín de Molina, Dámaso Ruano, Gustavo Thölinchen, Javier Utray. Carlos Barranco, Diana Block, Daniel Canogar y Ian H. Finley.

A través de un recorrido por la exposición se podrá observar la importancia de dicha Colección y una muestra de lo que supuso para la ciudad de Málaga, ya que las sucesivas exposiciones y las actividades paralelas organizadas en la sede colegial de Palmeras del Limonar, constituyeron un revulsivo en la vida cultural de la ciudad de aquellos años.

Así pues hemos de felicitar, y agradecer, al Colegio de Arquitectos esta colaboración con el Ayuntamiento, explicitada en la exposición que ahora presentamos.

PALMERAS DE FUEGO DESEO Y SATISFACCIÓN, AQUÍ EMPEZÓ TODO

FRANCISCO SARABIA
DECANO DEL COLEGIO DE ARQUITECTOS DE MÁLAGA

La sociedad moderna, que entre todos estamos creando, nos avoca con mucha frecuencia a un esquema filosófico muy polarizado sustentado en dos opciones antagónicas y, supuestamente, excluyentes entre las que nos obligan a elegir de una forma simplista sin más posibilidad de disfrutar de ambas según el interés del momento. En el mundo de los sentimientos podríamos hablar de deseo y satisfacción, el primero como el aspecto más visceral y emotivo del carácter humano en contraposición con la satisfacción como el beneficio o resultado material tangible de un comportamiento concreto. En su traducción a la vida cotidiana en la que nos desenvolvemos, esta dicotomía la encontramos entre creación y producción, entre Arte y Ciencia, disciplinas de las que la Arquitectura bebe a partes iguales. Es aquí donde la sensibilidad humana, alcanzando su mejor interpretación, rompe los moldes preestablecidos y puede fundir ambos extremos con la sutileza con la que nos conmueve por igual un hermoso paisaje natural o una bella obra del ser humano. Ni el más ingenuo de los individuos puede creer que existiría el bien sin el mal, el blanco sin el negro, la felicidad sin cierta desdicha; un extremo adquiere su valor en contraposición al contrario, ambos polos se necesitan.

La persecución del beneficio económico, la búsqueda de la satisfacción en sí misma, está ganando la batalla; sin darnos cuenta, el gran esfuerzo desplegado para ello nos enturbia la mente, y lo que es peor, los sentidos, de forma que aspectos que reconfortan el espíritu están pasando a ser considerados en nuestros días banalidades de segundo orden que parecen no añadir valor a la colectividad, despistada y sumergida en contabilidades sobre rendimientos, inversiones y beneficios empresariales o personales que inciden muy poco, o nada, en el mundo de los sentimientos. Pero que no se nos olvide, y aunque no lo queramos admitir, los sentimientos entre las personas, el deseo, es la energía, el combustible vital que realmente mueve el mundo.

Sucede en ocasiones, buscado o de forma espontánea, que esta tendencia en la persecución de lo racional en detrimento de lo emotivo, se invierte y da como resultado una explosión de creatividad, de energía vital que asombra incluso a sus precursores, dejando huella de por vida en todo aquel colectivo que fue testigo de ello. Esto ocurrió en la España cultural de los 80 que, aprovechando el cambio de ciclo político, ofreció al mundo un parnaso de nuevas sensaciones que no pasarían desapercibidas en su época. Este movimiento artístico-creativo tuvo su réplica en nuestra ciudad liderado por el Colegio de Arquitectos, y su vocalía de cultura, que supo liberar la faceta más poética, creativa y transgresora de una parte de la sociedad malagueña del momento. La Arquitectura como disciplina, se ha movido siempre a lo largo del estrecho y difícil equilibrio entre arte y ciencia, sentimiento y razón, deseo y satisfacción, pero fue en aquellos días cuando unos pocos y desinhibidos jóvenes, en el seno de nuestro Colegio, supieron anteponer su corazón a su cerebro, obteniendo como fruto una bocanada de aire fresco que impulsó la cultura en general con rumbo desconocido y hacia un destino incierto para todos. Al fin y a la postre se demostró que aquella aventura fue acertada y es justo que rindamos el merecido tributo a sus responsables, numerosos y que no voy a nombrar por temor dejar a alguno en el olvido. Debemos estarles agradecidos desde el colectivo de arquitectos, pero también como malagueños militantes y defensores de sus logros, recordemos que las actividades culturales del Colegio de Arquitectos de Málaga estuvieron a la altura de las organizadas en Madrid o Barcelona, Galicia o País Vasco.

La pujanza en el mundo cultural que supusieron para la época las actividades artísticas que ahora difundimos pueden verse como una semilla de lo que está siendo en nuestros días la revolución museística de Málaga en el mundo internacional, y que debe tener su reflejo en un más amplio abanico de expresiones culturales que lleguen a toda la ciudadanía y no solo a sus élites. Es reconfortante pensar que, en mayor o menor medida, pudimos contribuir al acervo cultural que nuestra ciudad pone a disposición de sus conciudadanos y visitantes. Aquellos años fueron tan frenéticos y fértiles en la producción de eventos culturales que no deben quedar en el olvido y debemos otorgarles, en su justa medida, su valor en la transformación cultural de nuestra ciudad a día de hoy. De una u otra forma podríamos decir que aquí y así empezó todo.

La exposición cuyo catálogo ahora presentamos, reúne una buena muestra de la obra plástica que atesora el Colegio de Arquitectos como consecuencia de la organización de las exposiciones y actividades de aquella época; pero lo acontecido en los años 80 y 90, fue mucho más que una serie de exposiciones de obras de artistas, fue todo un repertorio de actividades culturales y expresiones creativas de todas las modalidades de manifestaciones artísticas del momento, que creó una corriente de libertad cultural con más trascendencia de la que muchos imaginaron y de la que debemos sentirnos orgullosos como representantes actuales de aquellas instituciones que las propiciaron. Es nuestra responsabilidad, una vez recibido el legado, custodiarlo, protegerlo y darlo a conocer entre las generaciones actuales y futuras, es parte de nuestra historia reciente. Y no solo corresponde a los representantes de la organización colegial la preservación y difusión de esta magnífica Colección, sino que también a las instituciones públicas en su más amplio sentido corresponde la misión de poner los medios para que toda la sociedad malagueña tenga a su alcance la contemplación y el disfrute del resultado artístico de lo sucedido entonces.

Desde esta humilde tribuna se reivindica ese derecho y reclamamos compromiso institucional para integrar este más que digno fondo artístico en el patrimonio cultural de Málaga, situando en su justo nivel a los responsables colegiales de aquellos dulces años y reconociendo la importancia del legado que ahora presentamos. Estamos seguros de que nuestros representantes públicos estarán a la altura que sus responsabilidades institucionales les exigen.

PALMERAS DE FUEGO

PEDRO PIZARRO
COMISARIO DE LA EXPOSICIÓN

En el oasis de El Limonar emergieron palmeras de fuego, palmeras de fuego de una actividad cultural inusitada. Así empezó la Málaga de la modernidad: Era mil novecientos ochenta. De ese inicio se consolida una colección significativa y variada que representa toda una panoplia de lo que sucedió en Málaga y en España, con una buena nomina de artistas internacionales.

Esta exposición selecciona una muestra de la Colección de Arte del Colegio de Arquitectos de Málaga, especialmente ideada para las Salas de La Coracha del Ayuntamiento. La Colección recorre distintas técnicas: obra gráfica (82), fotografías (52), esculturas (47), dibujos (77) y pintura (118). La mayoría pertenecen a las décadas de los ochenta y noventa, una miscelánea que constituye una cata, aunque no exhaustiva, del arte desarrollado en este periodo. De esta Colección hemos elegido, para la ocasión un total de sesenta artistas. En la nómina hay creadores malagueños que van desde la llamada Generación del 50 a la actualidad y entre los que podemos citar a: Francisco Peinado, Enrique Brinkmann, Dámaso Ruano, Agustín Parejo School, Bola Barrionuevo, Joaquín de Molina, José Seguri, Gabriel Padilla, Joaquín Ivars, Benito Lozano o Chema Lumbreras. De los artistas foráneos que ocupan un lugar destacado en el arte contemporáneo están Luis Gordillo, Hamilton Finley o Eduardo Chillida; y otros que siguen en plena vigencia como: Javier Utray, Rafael Agredano, José María Larrondo, Daniel Canogar, Ouka Lelee, Pérez Minguez o Eva Lootz. En definitiva toda una nómina de artistas que han contribuido con valiosas aportaciones al arte durante estas cuatro décadas.

Por otra parte, cuando en 1980 se inician las propuestas culturales del Colegio de Arquitectos, en el panorama español de las artes plásticas se estaba produciendo un giro importante. Pasada la larga travesía de la dictadura sucedieron algunos hechos capitales que contribuyeron a abonar la “normalización” artística española y su conexión internacional. Entre estos hechos destacan la Academia Breve de la Crítica de Arte de Eugenio D´Ors, la Escuela de Altamira, los grupos Dau al Set y El Paso, la Semana Internacional de Arte Abstracto y el Museo de Arte Abstracto de Cuenca. Todo ello sirvió de caldo de cultivo, ya en los años setenta –apertura de la Sala Amadís y Galería Buades en Madrid– para que una nueva generación de artistas irrumpiese con propuestas renovadoras. Es en este ambiente de puesta al día, ya a principios de los ochenta –al que contribuyeron las fundaciones Juan March y “la Caixa”– cuando surge toda una serie de artistas que cambian el panorama, junto al “tutelaje” de los que fueron más activos en las décadas de los sesenta y setenta.

Además, durante el periodo de los inicios de la actividad del Colegio de Arquitectos se produce el fenómeno de los “neos”, es decir, se revisitan épocas anteriores, “estilos”, como el conceptual o el mínimal. En aquella época destaca el fenómeno de la transvanguardia que capitaneó Achile Bonito Oliva y el de los ”jóvenes salvajes” alemanes, que agitaron el panorama europeo. Como consecuencia en la España de finales de los años setenta y principios de los años ochenta se renueva el panorama plástico, surge un foco principal en Madrid pero que tuvo su correlato en La Coruña y Málaga. Pasada, pero no olvidada la neo-figuración, a principios de los noventa aparecen otros artistas con distintas inquietudes que fijaban su atención en el conceptual, el mínimal, la performance, las instalaciones, el vídeo-arte, la fotografía, el apropiacionismo, etc.

Málaga, que era alrededor de los ochenta a un singular foco periférico, se ha convertido en estos años en una ciudad con una oferta variada y competitiva, no obstante se la llama la Cuidad de los Museos. Pero también la iniciativa privada se ha activado ya que han abierto galerías con unos programas de calidad, aunque aún pocas comparado con el empuje institucional y lo que sería necesario en la ciudad. El gran problema, de ahora y de siempre, para la iniciativa privada es que es necesario más apoyo institucional y, además, la casi nula existencia de coleccionistas privados. A pesar de ello no podemos obviar las galerías que antes y ahora que con gran esfuerzo apuestan por ofrecer una programación rigurosa. Además hay que tener en cuenta, por su contribución a crear tejido artístico, las nuevas facultades, entre ellas, sin lugar a dudas la de Bellas Artes que ha dinamizado tremendamente el panorama. No cabe duda que el Colegio de Arquitectos contribuyó a crear un caldo de cultivo en la ciudad que hoy disfrutamos, gracias a sus actividades culturales y no solo con exposiciones. Testimonio de lo que apuntamos es la Colección.

La selección de obras para La Coracha se ha divido en tres secciones, que son: Figuración Lírica/ Figuración Narrativa, Neo-expresionistas/Informalistas y Esculturas/Fotografías.

La selección de la Figuración Lírica-Narrativa es: Rafael Agredano, Víctor Aparicio, Dis Berlin, Alfredo Balash, Bola Barrionuevo, Christine Boshier, Cesepe, José María Córdoba, Juan DelCampo, José Manuel Ciria, El Hortelano, Pepe Espaliú, Ramiro Fernández, José Gallego, Isabel Garnelo, Luis Gordillo, Federico Guzmán, Dieter Hüber, Menchu Lamas, Benito Lozano, José María Larrondo, Eva Lootz, Rogelio López Cuenca, Chema Lumbreras, Marisa Mancilla, Juan Navarro Baldelweg, Sebastián Navas, José Luis Pastor, Gabriel Padilla, Francisco Peinado, Guillermo Pérez Villalta, Finn Peterssen, Enrique Queipo, Chema Tato y Andrés Tali.

RAFAEL AGREDANO
(Córdoba, 1955). Su obra es irreverente y mordaz, con un cromatismo dramático; desde la época de la pieza que se expone ha realizado un viaje que va de la pintura-pintura a las nuevas tecnologías pero siempre con el hilo conductor de su poderosa personalidad, repleta de una estudiada concepción intelectual y un ingenioso sentido del humor. Y no olvidemos que su carrera empezó en Sevilla a principios de los años ochenta donde se produjo el fenómeno de un grupo de nuevos artistas que planteaban otras premisas gracias al fruto de la edición de la revista Figura y de la inauguración de la galería La Máquina Española.

VÍCTOR APARICIO (TUY, PONTEVEDRA, 1958).
También conocido en la actualidad como Víctor Coyote, es dibujante, comisario de exposiciones, diseñador gráfico, músico, realizador audiovisual y director de proyectos de artes escénicas. Relacionado con la movida madrileña se da a conocer por el grupo musical Los Coyotes. La obra que nos ocupa es de una época temprana del artista donde el color que ahora le caracteriza está ausente; citando quizás a Malévich es un negro sobre negro pero con un elemento figurativo y la inclusión de textos, esto último lo mantiene en toda su trayectoria pero evolucionando hacia una obra más abstracta. Ahora utiliza colores fríos y planos, en los que abundan las formas geométricas.

DIS BERLIN
(Ciria, Soria, 1959). Comienza su trayectoria interesado en la figuración que asimila el lenguaje de las vanguardias, no olvidemos que por las fechas se produce el “fenómeno” de la transvanguardia italiana. Después, a lo largo de la segunda mitad de los ochenta, su plástica experimenta una profunda transformación, cuyas coordenadas se dibujan en la adopción de una amplia, rica y brillante paleta cromática; la combinación de elementos figurativos empleados a modo de estereotipos y símbolos y a ello añade, como en Callimorpha Konza, una cada vez más profusa presencia de formas geométricas que están inspiradas en el arabesco, la curva y un sentido laberíntico de la forma y la composición.

ALFREDO BALASH
(Cataluña, circa 1956). Su obra enraizada con la figuración lírica, tiende al expresionismo y los “campos de color” norteamericanos pero con la base figurativa que citábamos, así este paisaje atormentado que nos insinúa lo primigenio, transformando herramientas de trabajo en una vegetación exuberante. Con un colorido rotundo y de contrastes se produce, junto a la pincelada, un conjunto altamente atractivo.

RAFAEL R. BAIXERAS
(Pobra do Caramiñal, 1947-1989). Su obra –La mujer muerta– asimila el paisaje desgarrado al ser humano, con un tratamiento compositivo simple pero contundente. El contraste de color dentro de una gama cromática básica nos da la clave de la insinuación de un cuerpo a través de un paisaje. Se puede relacionar con el neo-romanticismo y hasta cierto punto con la mística española.

JOSÉ LUIS BOLA BARRIONUEVO
(Torremolinos, Málaga, 1949). Trabaja habitualmente por series pero que no se desarrollan en periodos estancos, tienen su fecha de inicio pero nunca se sabe cuando el artista la va a dar por finalizadas ya que en muchas ocasiones las retoma una y otra vez. The province of Alava an island es un ejemplo de una de estas series y a la vez hilo conductor de uno de los temas que más le interesa al artista como es la geografía. Otras series suyas representativas son los Party Beach y la de los jardines. Es esencialmente pop y ello se transmite en su actitud personal y por correspondencia en sus cuadros, aunque hay un atisbo de conceptual. En la obra de la Colección que comentamos utiliza la llamada “vista de pájaro” y es una serie concebida como si las provincias fuesen islas, sobre el azul eléctrico que tanto lo define se sitúa la teórica isla en un dorado luminoso.

CHRISTINE BOSHIER
(Londres, 1951). El tema de la mayoría de su producción es la representación de “paisajes” donde la arquitectura es la protagonista. La idea esencial de ciertas formas arquitectónicas que han recorrido los siglos y a las que la autora “añade una abstracción”, deja el elemento aislado y con toda su potencia. La Colección posee un dibujo –S/T- en el que se materializa una de esas particulares, la cúpula parece aislada de una estructura mayor aunque el dibujo no pierde toda su potencia artística y arquitectónica.

CEESEPE
(Madrid, 1958-2018), tiene sus orígenes artísticos en el cómic underground y la ilustración; de ahí que sus obras sean cómplices con el espectador, el cual es capaz de ver en un solo dibujo toda una historia completa. La que nos ocupa nos plantea un erotismo mesurado que se desarrolla en un contexto tórrido, tiene connotaciones de sensualidad y frialdad a un tiempo. Y todo ello planteado con una paleta de color exigua.

JOSÉ MARÍA CÓRDOBA
(Córdoba, 1950). El artista cultiva un eclecticismo consciente que a veces raya en el no-estilo, un no-estilo que no obstante es fácilmente identificable con él, aunque siempre ha mantenido como hilo conductor la figura. La sombra es una de las obras que posee la Colección del autor, pertenece a una etapa en la que simplifica sus composiciones, dotándoles de cierto aire desconstruido y casi abstracto, con colores planos de gran intensidad cromática. Posteriormente abunda en la deconstrucción “citando” a grandes los grandes autores de la Historia del Arte.

JUAN DELCAMPO
(Málaga, 1990). Es un heterónimo de una “asociación colectiva” puntual de los artistas: Chema Cobo, Pedro G. Romero, Abraham Lacalle y Luis Navarro, ya que cada uno de ellos desarrollaba su obra de manera autónoma y en algunas ocasiones, bajo el nombre de Juan Delcampo, realizan sus propuestas. Es un artista “real”, con su propia biografía, que aborda temas del arte a manera de crónica social, pretenden desestabilizar el arte desde el arte mismo. En su obra Tapas denuncian los problemas respecto al racismo y la inmigración que estaban sucediendo en España; esta obra formaba parte de la exposición Guernika en Málaga, que era una crítica al sistema del arte, ya que se tomaba al “emblemático” cuadro de Picasso como un valor político-social en lugar de hacerlo por sus cualidades intrínsecas. Además se presentó el lienzo “imitado” con un cumulo de cristales delante, evidencia de haber roto la urna, además los personajes que aparecen son los políticos del momento.

JOSÉ MANUEL CIRIA
(Manchester, 1960). Utiliza unos soportes que le dan protagonismo a su obra y la forma de trabajar con ellos nos dan noticia sobre su gusto por el collage. No utiliza una extensa gama de color como puede constatarse en Elogio a la diferencia, siendo los habituales el blanco, verde y negro pero el conjunto ofrece gran fuerza de expresión.

EL HORTELANO
(Valencia, 1954). La obra que se presenta es características de los años ochenta y de la llamada movida madrileña, con sus referencias urbanas y musicales. En dicha obra –Exprex– los personajes –humano y animal- con su primer plano definen la pieza donde la luna cobraba protagonismo. El conjunto es misterioso y atrayente.

PEPE ESPALIÚ
(Córdoba, 1955-1993). Las tres piezas son del final de su carrera, en ellas están condensadas todas sus últimas iconografías e inquietudes, símbolos de una realidad inventada, con un alto componente autobiográfico, nos hablan del concepto personal de perdida que con metáforas –muletas y palanquines– quieren denunciar el rechazo social del SIDA, recordemos su performance carrying. Sus creaciones están muy vinculadas con la lírica, de hecho las obras que presentamos iban acompañadas de un libro de poemas. Habitualmente abordaba en sus obras temas como la convivencia del sufrimiento y el placer, la máscara, el aislamiento o la herida.

RAMIRO FERNÁNDEZ
(Sabadell, Barcelona, 1961). Múltiplemente premiado y con obra en algunos grandes museos en esta obra trata el paisaje como metáfora de la vida, metáfora sobre el amor y la muerte. Remite, de alguna manera, a los grandes paisajistas decimonónicos pero “actualizando” hacia un cierto conceptual, ya que aborda temas de candente actualidad.

JOSÉ GALLEGO
(Cosío, Cantabria, 1950). Su pieza está “inspirada” en los recuerdos y los objetos que lo acompañan. Estos objetos-recuerdos se materializan en su obra que es una especie de autobiografía. Podemos decir que es un paisajista de lo cotidiano que “enfría” el tema desarrollado a través de perfectos acabados; acabados de un reflejo especular que integran al espectador en lo que mira hasta hacerle compartir líricamente sus propuestas.

ISABEL GARNELO
(Ponferrada, León, 1965). Desde hace un tiempo trata su obra de manera más conceptual, por ejemplo, sus poéticas instalaciones. No obstante en la época a la que pertenece la de la Colección se dedicaba en exclusiva a la pintura. Así que en esta pieza realiza vista de ciudades enfocadas desde un primer plano, y donde los edificios son los protagonistas hasta el punto de ocupar casi todo el lienzo, con una composición muy geometrizante y de colorido contrastado.

LUIS GORDILLO
(Sevilla, 1934). La obra de la Colección pertenece a una etapa en la que desarrolla una pintura escueta tanto por su cromatismo como por su distanciamiento personal que la sitúan a medio camino entre la figuración anterior y las nuevas fórmulas de la abstracción; aunque conserva algo del automatismo de los setenta. Precisamente en la década de los setenta se convierte en el adalid de la Nueva Figuración Madrileña, siendo el referente de los artistas que surgen en la capital por esas fechas.

FEDERICO GUZMÁN
(Sevilla, 1964). Su obra ha discurrido hasta la fecha por caminos diversos, pero siempre bajo el signo de una confrontación conceptual, implicando al arte como respuesta social; en la que nos ocupa ya insinúa su posterior evolución al dibujar una chimenea enfatizada por el rectángulo azul y anotando 100º, quizás, entre otras cosas, esté proponiendo –criticando– el divorcio naturaleza-ciudad. De hecho su obra actual se basa en la Naturaleza ya que el “elemento constructor” de su discurso son las plantas.

DIETER HÜBER
(Schladming, Austria, 1962). Aborda en Sombre un tema aparentemente académico pero al incluir el vocablo del título se aproxima a planteamientos cercanos al conceptual, el objeto y su sombra están reforzándose mutuamente a raíz de incluir esa palabra en la misma composición.

MENCHU LAMAS (VIGO, 1954).
Es otra de las artistas de la Colección representante destacada de la Neo-figuración. En su obra el colorido es esencial junto con un esquematismo de las figuras. Aparentemente “plana” la obra tiene una fuerza que transciende del propio soporte para situarnos en un estado de ánimo convulso y quizás enervante.

BENITO LOZANO (MÁLAGA, 1958).
Se le puede considerar un artista figurativo pero que a lo largo de su carrera va aquilatando la expresión llevándola hacia lo mínimal, despojándola de anécdotas, hasta instalarse en su particular neo-conceptual; en la obra seleccionada se aprecia otra de sus señas de identidad: la interacción entre significante y significado, a la vez que el matiz irónico. Con los elementos que extrae de la realidad los estiliza hasta convertirlos en un símbolo, en un emblema.

JOSÉ MARÍA LARRONDO
(Villafranca de los Barros, Badajoz, 1958). El universo de su obra es altamente metafórico. Las imágenes quedan fijadas en la pupila como agujas y le sirven para reflexionar sobre la propia condición de la cultura y su función en la sociedad; reinterpretación conceptual de la realidad con humor y sarcasmo; su obra establece malévolos mecanismos que el espectador tiene que adivinar aunque difícilmente se neutralizan.

EVA LOOTZ
(Viena, 1940). Durante su carrera ha simultaneado la obra sobre papel, la escultura y las instalaciones, donde reflexiona sobre la intervención humana en la naturaleza para construir un discurso sobre la memoria, el tiempo y los problemas del hombre, ejemplo de ello es su instalación con cubos de hielo y mármol. Este dibujo tiene esas connotaciones conceptuales y le es aplicable lo que la artista dice sobre su intención de establecer en su obra vínculos entre lo audible y lo invisible.

ROGELIO LÓPEZ CUENCA
(Nerja, Málaga, 1959). Elabora un discurso semiótico con un juego de imágenes y palabras que buscan proponer al espectador nuevas interpretaciones respecto al lenguaje del poder y al poder del lenguaje. La pieza que se exhibe, perteneciente a la instalación NoWhere, manipula los códigos para alterar el significado y en ésta hace una propuesta sobre el urbanismo de Málaga, situando dos planos distintos, en el que sobre el primero acomoda una “cita” constructivista y en segundo término un plano turístico de la ciudad; lo que le permite aunar la crítica a la iconización de la información pública con la significación de la cultura visual occidental.

CHEMA LUMBRERAS
(Málaga, 1957). Empezó siendo un artista ecléctico de una sintaxis bien definida que usa según la propuesta distintos recursos para argumentar su discurso. Dentro de que su obra es figurativa transciende la propia figura al acompañarla con signos a manera de estilemas. Grafismos de interpretación personal en un acercamiento al horror vacui. En la obra que nos ocupa –un ensamblaje de cuatro lienzos- nos obstante se denota una unidad del discurso que desarrolla con sarcasmo al hacer referencia a los pintores clásicos pero transmutando el significado.

MARISA MANCILLA
(Granada, 1972). La obra está concebida como una mesa pero ya en los postres. De raigambre escueta y con visos de mínimal tiene una base conceptual bastante irónica por un lado y terrible por otro. Los plátanos se utilizan rememorando una historia familiar que cambiaba el nombre de los órganos sexuales: Margaritas, platanito, higo, gambita, pepito… como si al cambiar el nombre no se viera la parte en cuestión; de alguna manera la historia se volvía un poco maligna, esta pieza habla de eso, de los objetos y las palabras que rodean y como nos mostramos. Asimismo se refiere a la fragilidad de las cosas y de los gestos que sustentan esa “imagen” pública.

JUAN NAVARRO BALDEWEG
(Santander, 1939). Pertenece a la generación de artistas que comenzaron en el arte conceptual. Pero Baldeweg recorre el camino desde sus conocidas instalaciones hacia la pintura-pintura en una constante investigación de claras referencias a la historia del arte y a la cultura. Por otra parte es un arquitecto reconocido y plantea en sus lienzos un lenguaje lírico como en esta obra –Paisaje– de la Colección en la que como suele hacer habitualmente reflexiona sobre un tema, que desarrolla en series, habitualmente paisajes.

SEBASTIÁN NAVAS
(Málaga, 1959). Antes solía hacer una división del lienzo por compartimentos o registros, procedimiento que no ha abandonado del todo. De esta manera organiza la superficie pintada con perspectivas donde prima la ausencia del ser humano, en la parte más destacada, y elementos singulares en las otras. La obra seleccionada –Tres palmeras– es una instantánea llena de melancolía, donde el tiempo parece detenido, con sensaciones de sosiego a la vez que inquietud.

JOSÉ LUIS PASTOR
(Barcelona, 1971). Su iconografía toma al elemento urbano como eje conductor, elementos urbanos de la vida cotidiana del ciudadano de a pie, incluyendo los puntos de referencia de un sector de la población que no pueden permitirse ser víctimas del consumismo. En su obra S.E.P.U. Grandes Almacenes eleva a categoría de símbolo los famosos almacenes madrileños, con una técnica de impresión fotográfica sobre lienzo, tomada de una instantánea del lugar, que provoca el distanciamiento del autor respecto al tema, una manera de hacer de notario de la realidad.

GABRIEL PADILLA
(Málaga1949). Se le adscribe a la Neo-figuración malagueña y formó parte activa de este movimiento que se enraíza en Madrid. Pintor de personalidad acusada desarrolla una pintura que tiene que ver con una realidad que él transforma a través de interpretaciones cultistas en las que la mitología es una de sus referencias. La obra Daniel pensativo es una alegoría de intenso color, con un entronque fauve, y en el que el personaje ensimismado nos remite a una interpretación postmoderna del mito bíblico.

FRANCISCO PEINADO
(Málaga, 1931). Forma parta de la llamada generación de los 50, es un pintor de difícil clasificación en algún movimiento, aunque a veces se le ha adscrito a la figuración fantástica; desarrolla un universo absolutamente personal y fácilmente distinguible, que es consecuencia de su experiencia biográfica y en el que la realidad tiende a ser distorsionada, con extraños personajes. Es buen ejemplo la obra expuesta, Lazarillo.

GUILLERMO PÉREZ VILLALTA
(Tarifa, Cádiz, 1948). Su dibujo es un ejercicio característico de su gusto por los espacios arquitectónicos, perspectivas y composición pero la obra está exenta de su habitual tono narrativo (no olvidemos su constantes citas mitológicas) para mostrarnos de manera colorista y luminosa la implantación de un artefacto en plena naturaleza. En ella se compendia el universo villaltiano: su querencia de un dibujo preciso, el uso del color matizado y la el gusto por una composición que se rige por el orden clásico.

FINN PETERSEN
(Dinamarca, 1954). La obra que mostramos pertenece a la exposición colectiva de 1986 Kobenhavn-Málaga, donde participaron Rábago, Gitz-Johansen, Reinbothe, Kannik, Jørgensen). En su dibujo –Skitse til Bornevairelse– realiza un palimpsesto de apariencia ingenua pero con claves que lo sitúan entre la figuración y el conceptual.

ENRIQUE QUEIPO
(Málaga, 1962). La obra pertenece a la serie ventiladores, en la que geometriza este elemento hasta convertirlo en una especia de mandala. La obra que nos ocupa –Imágenes dobles en círculo– pertenece a una de las series más lúcidas del artista; toma el elemento de las aspas como icono que repite, dotando al cuadro de una cierta nostalgia hacía el arte geométrico pero dándole su sello personal; no como una reminiscencia de la alabanza al progreso sino más bien como una naturaleza muerta maquinista.

CHEMA TATO
(La Coruña, 1953-Málaga, 2018). ). Sus obras tienen referencias cultistas y mitológicas e intensas alegorías como en el cuadro-objeto de la Colección donde se plantea una Málaga idílica, una Málaga soñada, una Málaga deseable, en la que a manera de collage y emsamblaje, se identifica simbólicamente con la propia ciudad. Ciudad del limbo –citando a Aleixandre- que el artista convierte en una ciudad hedonista referencial de la época de los ochenta en la que se vivía una efervescencia inusitada bajo la cual, no obstante, seguía existiendo un limbo.

ANDRÉS TALI (FINLANDIA, 1970 C.).
La litografía titulada Ángel-mujer, incluye sobre el fondo de un texto la figura de la mujer metamorfoseada, obra de reminiscencias mitológicas, que yuxtapone la palabra y la imagen, en un ejercicio contemporáneo de aunar varias lecturas en la misma obra. Una versatibilidadad de la propuesta que incita al espectador a hacer diferentes reflexiones.

La nomina de artistas seleccionados para Neoexpresionistas/Informalistas es: Agustín Parejo Schol, Elena Asíns, Enrique Brinkmann, Paco Celorrio, José María Cruz Novillo, Eduardo Chillida, Gerardo Delgado, Joan Hernández Pijoan, Joaquín Ivars, Joaquín de Molina, Dámaso Ruano, Francisco Soto Mesa, Bep Toscani, Gustavo Thölinchen, Javier Utray.

AGUSTÍN PAREJO SCHOOL
(Málaga, 1982). Como es sabido el nombre corresponde a un colectivo malagueño que tiene una actitud iconoclasta del arte. Inició su andadura a través de la publicación de revistas e intervenciones urbanas, lo que más tarde en un programa de Metropolis se llamó artistas corporativos. Algunos críticos dijeron que hacían agit pop; la clave para comprender bien su obra y su actitud está en un artículo de Esteban Pujals para la revista Arena (1989) que tituló con acierto Poética de la Renuncia. Es un grupo de activistas del arte, o a través del arte, que usan cualquier “formato” para expresar sus propuestas ideológicas, desde la pintura al vídeo, pintadas, edición de revistas, performance o intervenciones ya que sus propuestas van directamente al espacio cívico-social y no al mercado del arte. La pieza que presentamos Postal nº 21 es uno de los tantos ejemplos de su actitud ante la “obra de arte”, la crítica al propio arte –a su valor de mercado– y a la Institución Arte.

ELENA ASINS
(Madrid, 1940-Navarra, 2015). Su interés por la geometría es temprano, desde que hiciera sus investigaciones en el conocido Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid. Su obra se orienta hacia el arte normativo, realizando propuestas basadas en el cálculo y las relaciones matemáticas de estructuras básicas. Procedente de la exposición individual Menhires el díptico de la Colección, confeccionado con cartón pluma, realiza un estudio sobre los volúmenes, a través de formas básicas que cambian ligeramente, en una reflexión sobre la luz y su incidencia en las formas.

ENRIQUE BRINKMANN
(Málaga, 1938). La obra que se expone corresponde a su etapa más reciente, que en gran coherencia con etapas inmediatamente anteriores, mantiene su lenguaje abstracto, poblado de signos y de una factura cada vez más depurada en la que la superficie del lienzo le sirve, a manera de partitura musical, para componer su personalísima obra, en la que el vacío adquiere gran importancia. También se le adscribe, como a Peinado y Barbadillo a la llamada generación de los 50.

PACO CELORRIO
(Merindad de Río Ubierna, Burgos, 1956). Con cierta habitualidad acopia diversos materiales (lienzo, madera, cartón) para sumergirse en el mundo de la abstracción pero recurre a pequeños símbolos y letras con los que estructura las obras a modo de debate, aportando diversos significados a una misma imagen y haciendo así que el espectador se sienta interrogado por estas. En Autorretrato. A tal señor tal honor que se expone es de un contrastado colorido con el uso del negro pero escribe la frase My body, referencia irónica entre el título del cuadro y el lema escrito.

JOSÉ MARÍA CRUZ NOVILLO
(Cuenca, 1936). Presentamos un político de la serie Diafragmas, en él, a través de franjas, nos hace una propuesta sobre el color y la música ya que cada color corresponde a una nota musical. La plasticidad de la obra es evidente y la vibración del color suprema. Aunque son formas geométricas el artista afirma que proceden de la realidad; diríamos, en todo caso, que es una sublimación de la realidad.

EDUARDO CHILLIDA
(San Sebastián, 1924-2002). En 1988 participa en la Bienal de Venecia, cuando ya es reconocido internacionalmente. En esta época inicia su serie de Gravitaciones. La obra de la Colección es un grabado al aguafuerte, ejemplo maduro de sus formas geométricas simples y el delicado contraste bícromo, en la que el compensado estudio de llenos y vacíos da como resultado una obra de gran espiritualidad y potente ensimismamiento.

GERARDO DELGADO
(Olivares, Sevilla, 1942). Arquitecto vinculado a las neo-vanguardias sevillanas en las que se rompió con la tradición y que en aquellos momentos tuvo gran protagonismo en la creación de la modernidad hispalense al vincularse con galerías como La Pasarela y Juana de Aizpuru. Afiliado a los supuestos del Museo de Arte Abstracto de Cuenca pero de corte más norteamericano, propone en la obra que se presenta un estudio sobre el vacío y las manchas-signos de color.

JUAN HERNÁNDEZ PIJOÁN
(Barcelona, 1931-2005). Se formó entre Barcelona y París

.
Hacia 1955 funda el grupo Silex. Parte del noucentisme para abrazar la abstracción, siempre desde un elegante cultivo del color y la trama como nos plantea en la obra expuesta, un ejercicio gráfico con papel pautado y relleno de color. Es una intensa reflexión sobre lo que el expresionismo abstracto norteamericano denominó “campos de color”. Es uno de los pintores más sutiles que trabajaba con sensibilidad y rigor.

JOAQUÍN IVARS
(Málaga, 1960). Estudia temas como la identidad, el transcurso del tiempo o la frontera que separa la vida y la muerte, dentro del propio discurso artístico. Sus obras son, en muchas ocasiones, espejos en los que nos vemos reflejados psicológicamente con nuestras contradicciones y miedos. Como hilo conductor de la etapa a la que pertenece la obra Proyecto de pincelada única está el uso de líneas fragmentadas, a manera de frontera o ocultamiento de la realidad; realizando un ejercicio irónico sobre los límites del arte y la fugacidad del mismo.

JOAQUÍN DE MOLINA
(Morón de la Frontera, 1952-Málaga, 1986). Fue, a parte de artista, un agitador cultural, tómese como ejemplo la organización de la exposición Vida Moderna que fue un revulsivo en la ciudad; y todo su activismo lo hace bien desde la propia ciudad o desde otras, principalmente Berlín. Las obras que se exhiben están muy influidas por los “jóvenes salvajes” alemanes que habitaban en el neo-expresionismo. Sus desgarradoras figuras,”manchadas” de color, nos hablan de soledad e intensidad vital, con una energía que emana del lienzo y que es la traducción de la propia vida del artista.

DÁMASO RUANO
(Tetuán, 1938-Málaga, 2014). Un representante excelso del arte geométrico y con gran dominio del color que sabe guionizar con maestría. La obra de la Colección (Adolf Loos) es un homenaje al gran arquitecto austríaco. La ortogonalidad y la combinación del color en la misma es de gran riqueza lírica. La elección del título no es baladí ya que el arquitecto defendía las formas puras (recordar su libro Ornamento y Delito). Ambos nos remiten a la pureza de las líneas y la obra que comentamos es una depurada composición en sintonía con el arquitecto vienés.

FRANCISCO SOTO MESA
(Madrid, 1946). Nos presenta un lienzo que hace una reflexión sobre la arquitectura, en él se aborda, con formas elementales, el tema de la perspectiva pero de una manera geométrica y “plana” para hacer un ejercicio de abstracción de la realidad, a la vez que compone con colores primarios las distintas partes del lienzo.

BEP TOSCANI
(Milán, 1942). Pertenece al grupo holandés De Vonk que expuso en el Colegio de Arquitectos en 1987. Es un collage, técnica tan apreciada en las vanguardias históricas, donde la maestría del “recorte” es palpable. En la frontera entre la figuración y el arte abstracto desarrolla un discurso de factura fauve en donde un paisaje repleto de energía se introduce una figura primitiva. El resultado es una obra altamente atractiva de reminiscencias vanguardistas.

GUSTAVO TÖRLINCHEN
(Hamburgo, 1906-Málaga, 1986) se establece en Alhaurín el Grande a finales de los años setenta. Conocido y reconocido por su primera etapa de fotógrafo, su pintura báscula, dentro del conceptual, hacia lo geométrico. Con figuras muy simples, especialmente el círculo, desarrolla toda una serie de variantes que no están exentas de versatilidad, ajustando en cada ocasión una nueva posibilidad. Y como el caso de la obra de la Colección con la inclusión de elementos matéricos que refuerzan el equilibrio de la composición.

JAVIER UTRAY
(Madrid, 1945-2008). Es uno de los principales protagonistas de la incorporación del arte español a las tendencias internacionales del último cuarto del siglo XX y relevante actor principal en la escena madrileña de los setenta y ochenta. Formado en la tradición duchampiana fue arquitecto, pintor, músico y escritor, y en todas las facetas se aprecia su desbordante personalidad e inteligencia. El lienzo que posee el Colegio procede de su exposición Tutti siamo la Gioconda. Insieme; en un juego a lo Marcel Duchamp en el propio título. En las obras de esta etapa se libera de las técnicas tradicionales ya que son realizadas en el ordenador y después encargadas la confección a un taller, ya que para Utray todo es una cuestión mental como su famoso concierto para piano y pistola.

En el apartado de Fotografía-Esculturas están presentes: Carlos Barranco, Diana Block, Carlos Brotons, Carlos Canal, Daniel Canogar, Jorge Dragón, Ian H. Finley, Encarni Lozano, Álvaro Machimbarrena, Ouka Lele, Emilio Parrilla, Pablo Pérez-Mínguez, Frank Rebaxes, Miguel Trillo, Diego Santos, José Seguiri, Preben Sonne.

CARLOS BARRANCO
(Málaga, 1948). Su obra está en relación directa con la cultura pop que tan importante fue en la ciudad respecto a la música. La obra Belcor que se expone plasma ese mundo de color y hedonismo tan definitorios de la época con una escasa gama de color que por ello mismo hace resaltar el elemento rojo del traje de baño y el abanico, por otra parte el nimbo de la protagonista insinúa que lo profano se trastoca en santidad propio del pensamiento desinhibido del movimiento pop.

DIANA BLOCK
(Montevideo, 1952). Con su obra Madres e hijas, nos hace un retrato realista, poniendo al descubierto, a través del desnudo, aquello que la sociedad habitualmente oculta, y no solo en el sentido del propio cuerpo, sino de nuestras actitudes sociales y prejuicios mentales. Con una composición en pirámide remite a los artistas clásicos y trata otro tema recurrente: las edades del hombre, en este caso mujeres, apostando así sobre el feminismo.

CARLOS BROTONS
(Granada, 1961-Málaga 2017). Aúna el sarcasmo con la descontextualización presentándonos Abridor de botellas. Un gran “artefacto” que efectivamente puede recordar a lo que alude el título o a un inusitado ser marino. La obra de Brotons está plena de de una reinterpretación de la realidad, elije objetos cotidianos para subvertir su esencia y mostrarnos ambivalencias personales.

CARLOS CANAL
(Grajal de los Campos, León, 1954). Es un creador que contiene muchos otros en sí mismo; cada serie de fotografías, cada exposición, es una invitación al espectador para que se reconozca, diluyendo así su propia autoría; es un viaje personal del que somos los protagonistas. Escritura realizada con luz que debemos leer e interpretar, un emisor de señales que como en A quién hierro mata a hierro muere nos enfrenta con una realidad, histórica y actual, sobre la que habitualmente no meditamos: los problemas del Tercer Mundo y nuestra responsabilidad, cuestiones sobre las que se incidía en la exposición colectiva: Territorios ocupados: 1492-1992; de ella procede la obra.

DANIEL CANOGAR
(Madrid, 1964). Trabaja con la fotografía, o mejor dicho con el rayo de luz portador de imágenes; la imagen se convierte en luz al proyectarse en un desdoblamiento casi psicológico de su identidad desnuda, de su fragilidad. En las obras de cajas de luz que se presentó en el Colegio los cuerpos parecen ser un símbolo de toda la humanidad, se plantea el diálogo de la luz y la oscuridad, un cubo negro transmite el misterio de lo desconocido, el lugar oculto en el que se genera la vida y, posiblemente la muerte. De este lugar misterioso, de este objeto depurado por la técnica, de tacto frío, surge la luz y con ella, en una transparente claridad, el cuerpo humano.

JORGE DRAGÓN
(Málaga, 1956). Empezó como fotógrafo de conciertos de música y para revistas para ir avanzando hacia una obra propia. Utiliza distintos sistemas de generación de imágenes, desde la fotografía a los multimedia, abordando la relación entre el individuo y los métodos de representación social, con especial énfasis en las relaciones intermedias e interculturales; y para ello usa como “objeto artístico” las ciencias sociales y los medios de comunicación. La pieza de la Colección –La huella– procede de la muestra colectiva Berlín-Berlín, en la que se desarrollaba distintas interpretaciones de lo que supuso la caída del muro; en el caso concreto de Dragón nos presenta un teórico trozo del muro como objeto museable, haciendo entender, no solo el radical cambio de la situación política mundial, sino el convulso panorama del arte en aquellos años.

HAMILTON FINLEY
(Nassau, 1925). Es un creador de reconocido prestigio internacional, unido al conceptual y las intervenciones en la naturaleza (como su famoso jardín escocés). Sus piezas minimalistas están perfectamente equilibradas con un concepto tautológico como la que se exhibe en la que sobre un cristal aparece inscrita la palabra Wave, el suave movimiento de las letras y su significado –ola, ondear, hacer señas– pone en evidencia lo evidente, pero a la vez incide en la complementariedad de significante y significado, incorporando la realidad a lo real desde la materialización del concepto y su signo.

ENCARNI LOZANO
(Málaga, 1962). Se apodera de objetos cotidianos, o bien reales o bien simbólicos para convertirlos en objetos artísticos, no sin antes pasar un riguroso desmantelamiento que los convierte en piezas de múltiples significados, combinando la ironía, el escepticismo y un cierto juego entre título y la obra para plantear una provocación. En Ya no lloraré más por tu perro –que se conoce como la lágrima- se explicita lo que decíamos antes. Una gran lágrima de hormigón pintada de azul, trasunto a la vez que metáfora de nuestro propio ser interior y su relación con el entorno.

ÁLVARO MACHIMBARRENA
(San Sebastián, 1958). Impregna sus esculturas con formas geométricas y constructivas, en las que estudia las relaciones entre obra y espacio creando espacios ficticios que tiene un significado vital. De cuidada factura sus obras, como la de la Colección, plantean un ejercicio sobre el equilibrio técnico de ingeniería que es, a la vez, una metáfora del equilibrio personal; protegida la pieza por una urna parece indicarnos la protección que, a manera de caparazón, debemos usar en muchas ocasiones para aislarnos de la sociedad que nos acucia.

OUKA LEELE
(Madrid, 1957). Los protagonistas de su obra son Madrid y sus amistades, llegando incluso a una especie de performance, recordemos como convirtió la fuente de la Cibeles en un gran escenario. Comenzó haciendo fotografía en blanco y negro para después colorearlas con anilinas; así la mayoría de sus piezas son únicas y artesanales como los antiguos “iluminadores”. Reinventa la realidad en un ambiente mítico y onírico como se puede observar en la obra de la Colección.

EMILIO PARRILLA
(Guadix, Granada, 1954). En la obra que nos ocupa hace un particular acercamiento a las vanguardias –especialmente a Julio González-. A través del hierro soldado, nos plantea un artefacto, mitad personaje, mitad arquitectura, que recupera el sabor de los pioneros de la escultura moderna española pero, digamos, sin olvidar el tiempo actual, digamos que plasma las contradicciones y asedios de la sociedad de hoy en día.

PABLO PÉREZ-MÍNGUEZ
(Madrid, 1947). Fotógrafo emblemático de la movida madrileña tiene, además, una faceta más intima como en la obra seleccionada para esta exposición. En sus fotos están la memoria de su tiempo, un tiempo detenido; instantáneas de un presente continuo tan real como la vida misma, testimonio de un universo propio, clausurado en sí mismo pero abierto a múltiples interpretaciones.

FRANK RABAXES
(Puerto Plata, 1907-Boston, 1991). Posee una larga trayectoria en Estados Unidos. Después de su etapa neoyorquina donde triunfó como diseñador de joyas, se instala en España y comienza sus estudios sobre la Geometría Secreta de los Símbolos, con hincapié en las matemáticas en su unión con la filosofía, en ese sentido es absolutamente único, siendo un teórico sus piezas no dejan de tener una bella materialización formal. Uno de sus “hallazgos” es el óvulo, con el que está representado en la Colección, es de una estética extraña y cercana a la vez, su base teórica es la cinta de Möebius que formaliza en una obra espléndidamente atractiva.

MIGUEL TRILLO
(Jimena de la Frontera, Cádiz, 1953). Es otro de los artistas de la Colección relacionado con la movida madrileña. Podemos decir que ejerce de notario de “las tribus urbanas”, en estos retratos de grupos de jóvenes en la calle, el fotógrafo reinventa la realidad en claves postmodernas y lo continúa haciendo –ya de otra manera- como hemos podido ver en su reciente exposición individual en el Rectorado de Málaga, donde aborda el desconocido mundo y sus atributos de la lejana Asia. En la obra de la Colección se plasma muy bien la década de los ochenta, un tiempo lleno de estilemas y colorido.

DIEGO SANTOS
(Churriana, Málaga, 1953). Polifacético creador que en su producción abarca desde la pintura a la escultura, pasando por las instalaciones, el diseño, el dibujo y la arquitectura, pero todo con un sello personal inimitable, tanto en el abstracto como en la figuración en una consciente, además, mezcla de estilos. Son muy conocidas sus obras en las que “revisita” las vanguardias como a Juan Gris; en algunas de ellas existe un apropiacionismo ya que un dibujo del artista citado lo “convierte” en un lienzo lleno de colorido. La obra que presentamos procede de la instalación Pensar en silencio. Interesado y experto en decó, además de otros movimientos del siglo XX, plasma en esta figura masculina un inteligente juego de curvas y aristas, que cita y reconstruye a la época aludida.

JOSÉ SEGUIRI
(Málaga, 1954). Empezó como pintor y aunque no ha abandonado esa faceta su obra se concreta actualmente más en la escultura; el conjunto de la plaza de Uncibay malagueña es ejemplo de ello. Sus personajes proceden de la mitología greco-latina, son de formas rotundas y sensuales, que se enzarzan en luchas eróticas desprovistas de violencia; exaltación de los sentidos como en la obra que nos ocupa.

PREBEN SONNE (COPENHAGUE, DINAMARCA, 1928).
Nos muestra en su fotografía un personaje femenino que expuesto al diafragma de la cámara varias veces se desdibuja indicando quizás la confusión que la embarga en una sociedad tan competitiva, el individuo como moneda de cambio que es fagocitado por la sociedad y en consecuencia se extravía de sí mismo. Una alegoría altamente actual.

Comentemos sobre la Colección que dada su vocación de radiografiar lo que ha sucedido en estas cuatro décadas posee un amplio abanico de obras y ello se debe a la voluntad de los distintos responsables de su programación cultural junto a los directivos que lo han alentado. En la Colección están representados autores que en su momento fueron noveles junto a otros de gran prestigio que han significado innovación y ruptura en el arte español. Pero también ha estado atento a manifestaciones culturales fuera de nuestras fronteras, y así, podemos encontrar ejemplos de artistas de Inglaterra, Dinamarca, Portugal, Austria, Israel, Holanda, Cuba, Croacia, Bahamas, Uruguay, Finlandia, Alemania, Estonia y República Dominicana. Así pues el Colegio de Arquitectos posee un importante patrimonio artístico, parte del cual está expuesto en sus dependencias.

De esta manera el Colegio de Arquitectos de Málaga, gracias a sus actividades y exposiciones se convirtió en un baluarte de la cultura local, dinamizando, promoviendo y enmarcando casi cuatro décadas que situaron a la ciudad entre las pioneras de otras similares y que motivó convertirla en referente. Funcionó como eje vertebrador de una programación cultural en ciernes que comenzaba a perfilarse como un brote de tendencias, estilos, perfiles, movimientos urbanos… todo bajo un incomparable vergel que rodeaba la gran mansión de estilo colonial que es como un estandarte de su importancia en la ciudad y que mantiene un patrimonio cuyo valor artístico es comparable a su valor contextual. Es clara su importancia para conocer, estudiar, analizar y rescatar un período de tiempo que marcó a toda la sociedad de la época inmersa en un involucionismo sin paliativos, con ciertos brotes de una cultura que quería abrirse hacia nuevas fronteras, arrasando con el lastre del tradicionalismo más recalcitrante. En aquellos años tomó carta de naturaleza un término, bastante peyorativo como “cultura localista” “o “artistas de provincias”. Pero que se fue subsanando con el pionero Colegio de Arquitectos, junto a la sala de calle Ancla de la Diputación Provincial, el Taller 7/10, las galerías Gravura, Carmen de Julián y Pedro Pizarro.

Eso fue lo que el Colegio de Arquitectos de Málaga superó con creces desde principios de los 80 hasta bien entrado la década de los 90. El Colegio se abre a todas las disciplinas artísticas del momento, contando con los máximos exponentes de la movida madrileña, con los nuevos movimientos europeos, que empiezan a soportar la rápida avalancha posmoderna y sus inevitables nuevos agentes culturales alrededor de diferentes figuras que comienzan a posicionarse, como son la del comisario de exposiciones y el crítico de arte, proveniente de disciplinas más propia de la filosofía y de la estética comparada, como agentes dinamizadores de los llamados estudios visuales. La performance, el vídeo-art y diversas disciplinas plásticas que comienzan a introducir nuevos formatos con una aceptación sin precedentes en una ciudad que descubre su propia idiosincrasia a través del arte.

La identificación de los géneros es un eje discursivo dentro del conjunto que se propone con esta muestra de los fondos del Colegio de Arquitectos de Málaga, con una amalgama de tendencias que sirven de modo didáctico al estudio y el desarrollo de un período difícil de afrontar debido a la variedad del panorama artístico durante los 70, 80 y gran parte de los 90.

Como hemos reflejado al principio se ha dividido la muestra en tres secciones: Figuración Lírica/Narrativa, Neo-expresionistas/Informalistas y Esculturas/Fotografías.

La primera y segunda secciones están formadas por las dos grandes tendencias figurativas que dominaron la pintura de las décadas de los 70 y de los 80 en tres niveles (local, nacional e internacional). Las dos tendencias figurativas, tanto la lírica como la narrativa abren la exposición, culminando en un bloque pictórico con una representación de los movimientos abstraccionista que van desde el informalismo a tendencias más desconocidas y menos prolíficas provenientes de Estados Unidos y Francia. Completando el bloque pictórico con una muestra del expresionismo salvaje de los primeros años ochenta. Para rematar se exhiben una selección de fotografías y esculturas.

Finalmente apuntamos que a menudo decimos que el arte es una forma de conocimiento y que el trabajo de los artistas es como un sismógrafo de los cambios que se producen en la sociedad. El arte puede ser entendido como una forma de interrogación que activa los mecanismos necesarios para el extrañamiento, el cuestionamiento y la búsqueda de respuestas que nos ayuden a entender el mundo y a nosotros mismos. Teniendo en cuenta que el discurso del arte puede tener lugar en cualquier sitio y en cualquier momento, se trata de plantear la pregunta adecuada en el momento adecuado. Es decir, el arte y la sociedad están íntimamente imbricados, y para ser testigo de su época debe tener una proyección real en la sociedad, aunque a veces la distancia parezca irrecuperable. Testimonio de esta reflexión es la Colección del Colegio de Arquitectos de Málaga.

ASÍ EMPEZÓ TODO

TECLA LUMBRERAS KRAÚEL

Para Francisco Peñalosa,
Luis Bono,
Alfonso Mora
y María Eugenia Candau
in memoriam

Me siento a escribir sobre los diez años que dirigí la Galería de Arte del Colegio de Arquitectos en Málaga y me llega la triste noticia de la muerte del polifacético artista (dibujante, pintor, diseñador, guionista, escritor…) Ceesepe, el acrónimo de Carlos Sánchez Pérez (Madrid, 1958-1918), uno de los autores más representativos de lo que se dio en llamar la movida madrileña. Mientras miro la espectacular silueta de “Margarita la fiambrera” que cuelga en la pared del salón, gotas de lluvia caen sobre la ventana. Y recuerdo una divertida anécdota de su estancia en nuestra ciudad, con motivo de la exposición realizada en la sala de la institución colegial en el año 1987 junto a sus dos colegas de entonces: Ouka Lele (Madrid, 1957) y El Hortelano (Valencia, 1954), con los que compartió casa y vida. En el avión que les traía a Málaga, Ceesepe se enamoró perdidamente de una joven y atractiva reportera del periódico “El Caso”, que venía a investigar el accidente en la Nacional-340 de un autobús ocupado por músicos del Este, en paradero desconocido. El fotógrafo Carlos Canal, en su calidad de médico, consiguió localizarlos en el Hospital Carlos Haya y la corresponsal pudo hacerles la codiciada entrevista. La resolución del caso facilitó el acercamiento entre el artista y la periodista, y su fiel agradecimiento ambulatorio. De Ceesepe, El Hortelano y Ouka Lele el Colegio posee dos excelentes dibujos y la célebre fotografía “Madrid”, donados generosamente por los autores.

Pero la historia se inicia mucho antes. Como afirma Bernardo Palomo en La Renovación Plástica en Andalucía: Desde el Equipo 57 al CAC Málaga (2004):

La década de los ochenta comienza con un importante acontecimiento de especial significación para la vida cultural de la ciudad de Málaga: se inaugura la sede oficial del Colegio de Arquitectos en Las Palmeras del Limonar. El órgano que aglutina a los arquitectos malagueños tuvo entre sus objetivos el impulsar la actividad cultural de la ciudad, sobre todo se pretendía la difusión de aquellas parcelas que tuviesen una menor implantación y, en aquellos momentos, el arte contemporáneo estaba entre esas actividades de actuación preferencial. Desde un principio las artes plásticas ocuparon un interés absoluto (p. 197).

Con motivo de la inauguración de la nueva sede en Las Palmeras del Limonar de la Delegación en Málaga del Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía Oriental, coincidiendo con el 50 aniversario de la fundación de esta Delegación Provincial, se organizan tres exposiciones que giran en torno a la obra gráfica, coordinadas por el Taller 7/10: Obra Gráfica Contemporánea, cedida por Grupo 15 de Madrid, con piezas de Gerardo Delgado, José Guerrero, Luis Gordillo, Joseph Guinovart, Juan Hernández Pijuán, Carmen Laffón, Manolo Millares, Lucio Muñoz, Andrés Nagel, Pilar Palomer y Antonio Saura, entre otros; El Grabado en Málaga que muestra los trabajos realizados por los dos talleres de gráfica contemporánea existentes en la ciudad, el Colectivo Palmo y el Taller 7/10; y por último, la dedicada a La Obra Gráfica y Sus Técnicas, facilitada por la Delegación de Granada del Colegio Oficial de Arquitectos de Andalucía Oriental, Museo Provincial de Málaga y los coleccionistas Antonio Ruíz y Manuel Tofé, con nombres tan señalados como Rembrandt, Goya, Durero, Braque, Miró o Tàpies. Las obras se expusieron en el interior de una estructura neumática, a modo de “gusano”, realizada para la ocasión por el reputado arquitecto José Miguel de Prada Poole, que recorría los jardines colegiales desde la puerta de entrada hasta el edificio principal.

Además de las tres exposiciones anteriormente citadas, entre 1980 y 1983 se programan otras muestras con grabados de Joan Miró; el singular artista alemán afincado en la provincia Gustav Thörlichen; las escultoras malagueñas Elena Laverón y Machú Harras; sin olvidar Correspondencias 5 Arquitectos 5 Escultores (1983), con piezas de Eduardo Chillida, Mario Metz, Richard Serra, Joel Shapiro y Charles Simond que comparten espacio con diseños de los arquitectos Emilio Ambas, Meter Eisenman, Frank Gehry, Leon Krier y Ventura, Raunch & Scout Brown.

Siguiendo a Palomo, a partir de 1984 se inicia un nuevo periodo coincidiendo con mi trabajo al frente de la galería de arte y la existencia de una Comisión de Cultura especialmente activa durante esos años, de la que formaron parte personas tan entusiastas como la tristemente desaparecida María Eugenia Candau, José Ignacio Díaz Pardo, Pepe Oyarzábal, Tristán Martínez, María Agüera, Alfonso Mora, Carlos Hernández, Luis Pavón, Francisco Montero, Sebastián del Pino, Luis Bono, Manuel Matoses y Juan José Gutiérrez. A la que posteriormente se sumarían: Ciro de la Torre, Luis Pérez de Prada, Dolores Jiménez y Rafael Gómez. Sin olvidar a los presidentes Federico Orellana, Pedro Aparicio y muy especialmente a Francisco Peñalosa, un arquitecto segoviano afincado en Málaga desde 1972, cuya labor al frente del Colegio de Arquitectos posibilitó la conversión de la institución colegial en “un faro de vanguardia, un lugar en el que la cultura contemporánea contribuyó a cambiar una ciudad páramo”, en palabras de Guillermo Busutil (2008).

Será en 1994 cuando la dirección de la galería recaiga sobre Pedro Pizarro y posteriormente José Ignacio Díaz Pardo. En esta tercera etapa continúa el apoyo decidido a los nuevos lenguajes, mostrando un perfil más profesional y menos experimental. Entre las exposiciones individuales más importantes están las de Javier Utray, Daniel Canogar, Isidoro Valcárcel Medina, Juan Hidalgo, Luís Gordillo o Rogelio López Cuenca, entre otras.

El papel jugado por este organismo quedó suficientemente reflejado en la exposición 1980 – 2005. Veinticinco años de cultura en el Colegio de Arquitectos de Málaga que tuvo lugar en las salas de exposiciones del Palacio Episcopal, en diciembre de 2005. En el texto del catálogo “Málaga se divierte”, escrito por mí para la ocasión, se desarrolla ampliamente la especial significación que para la vida cultural de la ciudad supuso la existencia de la galería de arte de las Palmeras del Limonar, como un espacio de proyección de ideas, formas, estilos, géneros, valores, genialidades que no encontraban sitio en otras esferas de la ciudad; un lugar donde confrontar lenguajes, técnicas e información sobre las manifestaciones artísticas más punteras que se estaban produciendo dentro y fuera de nuestro país; y por último, un instrumento de aprendizaje y formación para un público interesado en el arte contemporáneo que de otra manera, y merced a las penurias infraestructurales en materia cultural de la ciudad, no podría haberse dado a conocer jamás (Lumbreras, 2006, p. 21).

Una actividad que también se extendía al mecenazgo y participación en un sin fin de propuestas que se estaban generando en la escena cultural malagueña, facilitando el encuentro y la cristalización de una serie de corrientes e individualidades que sin su ayuda difícilmente habrían podido manifestarse plenamente.

Pero se trata de hablar de mi trabajo al frente de la Galería de Arte del Colegio de Arquitectos, sin olvidar a mis más estrechos colaboradores Juan Miguel García, Encarni Lozano y Macarena Ruiz Meliveo en cuanto al montaje y cuidado de las actividades se refiere. Además de Ana Tomé, José María Camacho y Héctor Márquez, responsables sucesivamente de la comunicación y difusión de estas. También estaban los colegas y todos aquellos que se acercaban a la galería con ganas de echar una mano. Ahí siguen quedando los nombres de artistas y amigos como José María Córdoba, Diego Santos, Plácido Romero, Rosa Pedrero, Rafael Torán, José Miguel Hermoso, Alfredo Viñas, Manolo Monreal, Inmaculada Jabato, Isabel Garnelo, Gloria Merlo, Carmen Peral y Luis Moreno, aunque seguramente estoy olvidando a otros. Éramos jóvenes y nadie pensaba en profesionalizarse. Ninguno cobraba por ayudar a montar y desmontar una exposición, por las ideas sobre futuras exposiciones, por pegar carteles en las calles, repartir pasquines en los bares o llevarte en su coche a recoger a un invitado.

El local estaba situado en un edificio anexo a la sede principal en su enclave actual de Las Palmeras del Limonar, que sirvió en tiempos como vivienda del jardinero. En este lugar ya se habían realizado anteriormente y de forma esporádica algunas muestras e incluso llegó a utilizarse como local de ensayo del grupo musical Generación Mishima, de abril a diciembre del 83, sufragándose los gastos de alquiler del equipo y la edición de una maqueta. Como recoge Bernardo Palomo (2004): “Este grupo pop, liderado por Alfredo Taján, actuó en una de las famosas fiestas veraniegas, que se convirtieron en todo un emblema de la modernidad, con asistencia de personajes muy conocidos, entre los que destacaba un, todavía, casi desconocido Pedro Almodóvar” y su inseparable colega de entonces Fabio McNamara.

Sin embargo, mi primera exposición no fue en la galería sino en el salón de actos del Edificio Principal. La Comisión de Cultura tenía programada con anterioridad una muestra de máscaras del artista sevillano Javier Ancín. Todavía no he olvidado la tensión y el miedo que sentí momentos antes de la hora fijada para la inauguración, mientras dudaba si realmente vendría alguien a visitarla. Pensaba en el hándicap que suponía la lejanía del Colegio de Arquitectos del centro, en una ciudad donde a la gente le costaba desplazarse, en la falta de una línea regular de autobuses y en las dificultades de localización por la falta de señalización en la zona. Por eso nunca olvidaré a las primeras personas que llegaron, Joaquín y Queti, a las que siguieron otras, y a éstas, otras muchas que llegaron a ser amigos a fuerza de subir a la sala de exposiciones del Colegio durante diez años, superando los mismos obstáculos cada quince días, hasta convertirla en un lugar de encuentro, en un espacio fundamental para entender la pequeña o gran historia cultural de Málaga. Y aunque algunos de aquellos primeros visitantes dejaron de venir, o lo hacían esporádicamente, aparecieron otros nuevos, más jóvenes, que fueron llenando el lugar sin fallar nunca.

Cruzando las fronteras

Si aquella exposición de máscaras fue la primera, el cuadro que inició la colección fue La sombra de José María Córdoba. Este pintor cordobés afincado en Mijas estuvo durante un tiempo muy ligado a la Comisión de Cultura, con quién colaboró asiduamente a raíz de una muestra de sus pinturas en junio de 1984.

A él debemos los primeros contactos con colectivos de artistas extranjeros. Grupos como el danés Leifsgade-22 o el holandés De Vonk no sólo expusieron en la sala sino que fueron invitados a Málaga durante un mes para realizar “in situ” sus instalaciones en los jardines colegiales. La experiencia fue apasionante: para los foráneos suponía enfrentarse a una obra concebida para un espacio concreto, realizada con materiales autóctonos; para los creadores y aficionados locales supuso la posibilidad de confrontar lenguajes, técnicas, información, amistad… Gracias a aquellas relaciones algunos malagueños expusieron en otros países. De cada uno de ellos quedó una muestra de sus creaciones, contribuyendo a enriquecer y a abrir las fronteras de los fondos colegiales, con casos como el de los artistas daneses que donaron su producción íntegra al Colegio de Arquitectos.

Estas primeras experiencias iniciaron una de las líneas programáticas de la galería: la celebración de muestras de artistas foráneos con las que se pretendía incentivar en la medida de lo posible el contacto con los creadores locales. Valga recordar la titulada Constructivistas concretos de Skane (1990), con obras de Sven Hansson, Alexius Huber, Bengt Orup y Torsten Ridell. O De Sur a Sur. Del Báltico al Mediterráneo (Ulf Trotzig y Co Hulten), realizada en el mismo año en colaboración con el Centro Cultural de la Generación del 27, Ayuntamiento de Málaga y Caja de Ahorros de Antequera. O Cuatro pintores de Londres (1991), comisariada por Enrique Juncosa, con la participación de Tony Bevan, Adam Lowe, Glenys Johnson y Joao Penalva, y el apoyo de The British Council (Madrid).

Mención aparte merece el ciclo “Las Fronteras del Arte”, celebrado en los meses de septiembre, octubre y noviembre de 1992, que reunía una serie de exposiciones y actividades relacionadas con la situación del arte y los creadores en diferentes latitudes. En Las Fronteras del Arte: Tallin-Helsinki-Málaga participaron los artistas estonios Urmas Viik, Andres Tali, Leonhard Lapin, Jüri Okas y los finlandeses Heikki Kukonen, Harri Lepänen y Tapani Mikonen. La exposición iba acompañada de la mesa redonda “Circunstancias sociopolíticas y realidad cultural en las nuevas Repúblicas Bálticas”, moderada por Carmen Jimeno, que contó con la presencia de Marta Rajzner, María Reimal, Miguel Romero Esteo, Manuel Morales, Juan Antonio Lacomba, Heikki Kukkonen, Andres Tali y Urmas Viik. A continuación tuvo lugar un concierto de violonchelo y piano a cargo del dúo Tammik, formado por Urmas Tammik e Isabela Tchekushina.

Los pintores cubanos José Toirac y Tanya Angulo, a quienes conocimos por el colectivo Agustín Parejo School, intervinieron en el ciclo Las Fronteras del Arte: La Habana-Málaga, con la exposición y mesa redonda “Política y Cultura tras la Revolución Cubana”. La responsable de prensa Ana Tomé actuó como moderadora de Lino García, Alejandro Rodríguez Carrión, Alfredo Taján, Antonio Nadal, Vicente Granados, Carmen de Julián y los mencionados artistas.

Finalmente, Las Fronteras del Arte: Ámsterdam-Málaga mostró la obra de la escultora Martie Van der Loo, la pintora Edith Sont y la fotógrafa Diana Blok. El periodista Héctor Márquez fue el encargado de moderar “El caso holandés: ejemplos prácticos de mecenazgo artístico”, que contó con la participación de Enrique Castaños Alés, José Manuel Cabra de Luna, Pedro Pizarro y las artistas participantes.

Extraños en el paraíso

El carácter cosmopolita de Málaga también se vio fielmente reflejado en nuestra programación. Una vuelta de tuerca más la constituyó la exposición ¿Qué pintamos aquí? (1989). Se trataba de reunir a más de una treintena de creadores extranjeros, entre pintores y escultores, algunos de ellos arquitectos, que vivían y trabajaban en nuestra provincia. Su interés radicó, al margen del artístico, en posibilitar el primer censo público de artistas foráneos en la provincia. Fue una exposición esforzada, donde la labor de José María Córdoba y los propios artistas resultó impagable, pero donde nos quedó una imagen imborrable del Babel cultural en la inauguración de la muestra.

Una presencia a la que no era ajena la institución colegial que, como señalamos anteriormente, en el año 1982 llevó a cabo la muestra del fotógrafo y pintor alemán Gustavo Törlichen (Hamburgo, 1905-Alhaurín el Grande, Málaga, 1986). Además en 1984 se programaron tres exposiciones de autores foráneos que residían en la zona, entre los que estaban: el alemán Stefan von Reiswitz (Múnich, 1931), el inglés Alan Burden (Harrow, 1938) y el danés Preben Sonne (Copenhague, 1928). Dos años después, la artista sueca Madeleine Edberg (Boden, 1938) exponía en los jardines del recinto colegial su delicado trabajo Fibras.

Finalmente, en 1988 tendría lugar un acontecimiento de especial relevancia en la historia de la galería del Colegio como fue la presentación de la magna y desconocida obra del creador Frank Rebaxes (República Dominicana, 1907-Massachussets, EE.UU, 1990), bajo el enigmático nombre El Mundo de Cirilo os da la bienvenida. La introducción en el “secreto mundo de Cirilo” se debió a un antiguo profesor de yoga, Enrique Moya. La exposición fue minuciosamente pensada y diseñada por el autor con la valiosa ayuda de Aurelio Ariza. El público que asistió aquella noche a la sala quedó entusiasmado, lo que llevó al escritor y articulista Guillermo Busutil (1988) a escribir:

De todas las exposiciones que han pasado por el Colegio de Arquitectos durante este año, la de Frank Rebaxes es la más difícil, la más arriesgada en planteamientos estéticos y a la vez la única que ha dado la imagen de un universo plástico fuera de los límites del espacio y del tiempo.

Paseando por el litoral

Otra de las personas capitales en la historia de nuestras actividades fue el polifacético artista Diego Santos, a quien yo conocía del Taller 7/10. La colección del Colegio posee una magnífica pieza y varias obras gráficas del malagueño. De él siempre he admirado su profesionalidad, su entusiasmo inquebrantable para montar lo que parecía imposible y su cuidada y sistemática preocupación por el detalle. Con él iniciamos una serie de exposiciones relacionadas con las Costa Occidental de Málaga, y más concretamente con Torremolinos, como fueron: Bajondillo. Tótems para una playa, Marco’s Mini-bar. Cultura guiri y El Estilo del Relax (N-340, Málaga, h. 1953-1965), que marcaron hitos en la historia expositiva de esta ciudad y ayudaron a escribir las páginas más brillantes de la galería.

Valga recordar la edición del catálogo-libro El Estilo del Relax, ideado por Santos con textos de Juan Antonio Ramírez y fotografías de Carlos Canal, cuya publicación apareció en numerosos reportajes de la prensa nacional, escritos por reputados articulistas como Félix de Azua, Fernando Samaniego, Juli Capella, Ángel Fernández-Santos, Gustavo Tambascio y el propio Ramírez, así como en las revistas Bulevar, Sur-Express o De Diseño.

También a Juan Antonio le debemos el llamado Templicón (1985), un curioso Templo-Armario-Puerta Triunfal en homenaje a la pintura, construido por el historiador y decorado por Carlos Durán, Gabriel Padilla, Pepe Seguiri y Antonio Olveira, pertenecientes a la nómina de la nueva figuración malagueña, siguiendo el programa iconográfico propuesto por el autor. El pasado año pudimos verlo en la sala de exposiciones del edificio del Rectorado formando parte de la muestra El bricoleur y la ciudad: Juan Antonio Ramírez y el ecosistema del arte en Málaga (1980-2000) y actualmente se encuentra depositado en el Museo de Málaga.

Instalaciones, happenings y performances

Por aquellos años no sólo fui camarera en el bar de Marco, después de desmontar el local e instalarlo en la galería con ayuda del propietario, también fui ‘voyeur’ en el mundo de los gimnasios examinando a imponentes culturistas, o buscando en las calles a jóvenes musculosos que tuviesen un nombre tatuado en el brazo, un amor de madre en el hombro o una mujer desnuda en la espalda. En esas derivas encontré a Cathy Bayle, especialista en maquillar el cuerpo. Y con todos ellos organizamos la exposición Adornar el cuerpo, adornar el espacio (1985), que tuvo lugar en dos espacios bien distintos: la galería de arte y los jardines. El cuerpo y el espacio como sujetos de la creación artística. En la sala de exposiciones, estaban los trabajos relacionados con el culturismo, tatuaje y body art. Fuera, en los jardines, un grupo de artistas se ocupaba de “adornar el espacio” con una serie de actuaciones plásticas, a cargo de Manuel de Castro, José Seguí, Gabriel Padilla, Alfonso Serrano, Agustín Parejo School y Diego Santos.

Otro de los montajes más espectaculares, que requirió más trabajo por parte de todos nosotros, fue el ciclo dedicado a Los cuatro elementos (1986). Tanto en la idea como en la plasmación de esta fuimos asesorados por un grupo de físicos de la Universidad de Málaga, a los que se unieron Carla Escudero, José Manuel Guevara, Rafael Torán, Bola Barrionuevo y Diego Santos con la idea de recrear durante un mes, mediante cuatro exposiciones semanales, el aire, el agua, el fuego y la tierra.

Tras el Festival de Poesía-Acción realizado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y el taller impartido por Juan Hidalgo, fundador con Walter Marchetti del grupo Zaj (1964), pionero en el ámbito nacional del happening y la performance y vinculado en un primer momento al movimiento Fluxus, se llevó a cabo en los jardines colegiales el primer Ciclo de Acciones (1990), propiciado por José Ignacio Díaz Pardo y coordinado por Francisco González. Para comunicar sus mensajes poéticos, los artistas participantes utilizaron elementos de otras artes, como la plástica, la música, el teatro, la danza…, o bien realizaban gestos y movimientos cotidianos, actividades rutinarias que forman parte del quehacer creativo. El calendario fue el siguiente:

– 27 de abril: Acciones 1, en el que participan Francisco González, Joaquín Martínez Romero, Graciela Baquero Ruibal y Sara Rosemberg.

– 18 de mayo: Acciones 2, que cuenta con Dionisio Romero, Lucía Álvarez y Esther Roth.

– 8 de junio: Acciones 3, con Jaime Vallaure, Nieves Correa, Luis Contreras Pardo y José Luis Bazán.

Finalmente sólo decir que en la exposición Fuera de catálogo. Arte de acción en Andalucía, celebrada en 2006 en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla, estas sesiones de Poesía-Acción realizadas en los jardines colegiales están recogidas como precursoras del “accionismo” en Andalucía.

En el primer aniversario de la caída del muro de Berlín tuvo lugar la exposición Berlín Berlín (1990), ideada por el artista multimedia Jorge Dragón. En ella se reunían una serie de trabajos ilustradores de la realidad berlinesa, en el campo de la video-creación, fotografía, diseño gráfico, pintura “sobre muro” y grafiti. En la sala principal de la galería se podían leer frases rescatadas de los medios de comunicación que recorrían toda la pared de arriba abajo jugando con el valor plástico de las tipografías, además de carteles y pintadas con un cariz sociopolítico y una selección de piezas realizadas en el último año en el campo del diseño gráfico. Además de las aportaciones del colectivo Agustín Parejo School, Encarni Lozano y el propio Dragón, también estaban quince fotografías a color del alemán Heinz J. Kuzdas con pintadas ejecutadas sobre el muro, que habían sido presentadas en la Elefanten Press Gallery de Berlín bajo el título Arte en el muro. Y las imágenes tomadas por el fotógrafo Ignacio Gómez de Aranda en sus viajes a Berlín. Finalmente, en dos monitores se podían visionar las cintas de catorce videoartistas berlineses, presentadas en el VIPFILM 8, entre las que destacaban las creaciones de Karawahn, Baranek, Melhus, Kircheim, Bruning, Wolkenstein o Meier. La muestra realizada en colaboración con la Dirección General de Extensión Universitaria de la Universidad de Málaga y el Centro de Tecnología de la Imagen, tuvo su continuación en el ciclo de proyecciones Berlín en el Cine, programado por el Cine Club Universitario en el desaparecido cine Victoria.

Territorios ocupados. 1492-1993 fue el título y el lema de una exposición-instalación que planteaba una visión crítica sobre la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América y la Exposición Universal de Sevilla del 92. Fue también el nombre de un colectivo del que formaron parte Carlos Canal (fotógrafo y creador de la idea), Jorge Dragón (videoartista, autor de instalaciones, fotógrafo y editor), Camino Lasso (madre y exmodelo, como le gustaba decir) y Rodrigo Rosado (articulista y escritor, empresario de negocios nocturnos, más conocido como letrista del grupo de pop malagueño Danza Invisible).

En esta misma línea, se situó la controvertida exposición Sus labores (1992), que reunía una multitud de trabajos realizados tradicionalmente por las mujeres en el ámbito doméstico: labores de costura (ganchillo, petit point, crochet…), centros de mesa, repostería, una batería de cocina con distintos tipos de sopas, utensilios de limpieza, presididas por el manifiesto de las Guerrilla Girls Las ventajas de ser una mujer artista (1988).

Con estas muestras, además de estar al tanto de los acontecimientos y preocupaciones más recientes, la Comisión de Cultura del Colegio de Arquitectos avanzaba en su línea de acogida de todos aquellos discursos artísticos que dentro de un nivel de calidad, digno y coherente, representaban una visión crítica e innovadora en relación a sus presupuestos formales y/o ideológicos.

La fotografía, el video y el diseño

Como confirma Palomo (2004): “También se hizo especial hincapié en el mundo de la fotografía, el vídeo y el diseño, que en aquellos años todavía no estaban consideradas como unas actividades plenamente incorporadas al arte contemporáneo” (p. 198)”.

Valga recordar el ciclo “Huida hacia la propia imagen” (1984), dedicado al género del retrato, el fotorreportaje, el desnudo, la arqueología industrial, la moda y la publicidad, con obras de Pablo Pérez Mínguez, Bernardo Pérez, Preben Sonne, Carlos Canal, Sylvia Polakov y Carlos Barranco, respectivamente. También expusieron en la sala fotógrafos de la talla de Ouka Lele (1987), Joel Meyerovitz (1988), Pepe Ponce (1989), Robert Mapplethorpe (1991), Holger Trülzsch y Miguel Trillo (1993), entre otros. Además en 1990 tuvieron lugar las muestras colectivas: Eterno efímero (fotografía de publicidad y moda, en colaboración con la Asociación de Fotógrafos Profesionales de Publicidad y Moda de Madrid) o Ámbitos de la fotografía 1990, con obras de Luis Miguel Fernández, Ricardo Guixá, Francesc Mulet, Daniela Músico y Aleydis Rispa, y la participación del Instituto de la Juventud.

La catalogación de la colección de fotografía de la institución colegial, iniciada por mí y posteriormente ampliada por Pedro Pizarro, ha sido estudiada en profundidad por la profesora y artista Isabel Garnelo en su tesis doctoral La fotografía de creación. Análisis de los fondos fotográficos de destacadas instituciones públicas y privadas de Andalucía (2005). Los nombres de Diana Block, Ouka Lele, Pablo Pérez Mínguez, Miguel Trillo, Sylvia Polakov, Bernardo Pérez, Daniel Canogar, Carlos Canal, Carlos Barranco, Preben Sonnen, Pepe Ponce, José Antonio Berrocal, Ignacio del Río, José Carlos Cómitre, Ángel Horcajada, Natalia Resnik, Luxuria, José Luis Rodríguez o Ignacio Gómez de Aranda, dan buena cuenta del interés por la fotografía en las programaciones colegiales.

El vídeo

El Colegio de Arquitectos continúa con su labor de dar a conocer distintos campos de la creación, girando su mirada hacia el vídeo como soporte de expresión artística y más concretamente hacia el desarrollo que este medio estaba teniendo en el Estado español. Así, a finales del 89, tiene lugar la exposición Videoinstalaciones en la que participan los jóvenes creadores Marcelo Expósito, Paco Utray / Luís Lamadrid, Gabriel F. Corchero y José Antonio Hergueta.

Partiendo de un ciclo proyectado por la Filmoteca Andaluza, el 4 de junio de 1991 daba comienzo el ciclo Antología de la videocreación española. Una retrospectiva de los últimos quince años de videoarte en nuestro país, de una semana de duración, que reunía cuatro programas diferentes con nombres tan conocidos como los de Francesc Torres, Antoni Muntadas, Raúl Rodríguez, Javier Codestal, José Ramón da Cruz o el dibujante e infógrafo Juan Carlos Eguillor, junto a videoartistas más jóvenes como Gabriel Lacomba, Gabriel Corchero o José Antonio Hergueta.

Éste último, dio paso a un mini-ciclo de la vídeocreación en Málaga. La proyección reunía los trabajos Evidentemente, un espejismo (1989) de Hergueta; Sirenas (1990) de Rocío Verdes; Urutaú (1991) de Odile Ruíz; Expaña expera la Expo (1991) de Carlos Canal; La huella (1990) de Jorge Dragón; Fauna amenazada (1991) de Salvador Fernández Laporte; Cristofonía (1988) de José María García del Corral; Un lunar en el sol (1987) de Aquilino, José Manuel, José María y Juan Alberto; Ese mar, Singapore (Venía de las Indias el barco) y La fiesta nacional (1990) de Rafael Díaz y El amor apesta (1989) de Eduardo Guille.

Tanto las proyecciones como la charla de clausura, a cargo del director del programa de Televisión Española Metrópolis Alejandro V. Lavilla, –a quién acompañó Javier Ramírez, director del Centro de Tecnología de la Imagen de la Universidad de Málaga- tuvieron lugar en la Galería de Arte del Colegio que en esta ocasión se habilitó como una muy particular sala en la que cinco camas de matrimonio y otros cinco monitores permitían al visitante un agradable visionado. ¡Hasta Lavilla dio su conferencia tumbado en una de ellas!

El diseño

En 1985 se organiza el primer “Ciclo de diseño en Málaga” cuyos ejes principales fueron la gráfica (Manuel Gutiérrez, Antonio Herráiz, Manuel Morales + Francisco Santana y Pepe Oyarzábal); el diseño industrial (Pepe Seguí y Diego Santos); el diseño marginal (comics, fotonovela, grafitis, fanzines y carteles de cine); la moda (Tomatto y Andrógina, además de jóvenes diseñadores malagueños de la talla de José María Soler, Carlos Motta o Matilde Villalobos) y los objetos de buen diseño, donde participan personalidades de la vida política, social y cultural aportando un pieza. El asunto salió en todas las páginas de prensa nacional, por el “támpax” que llevó la Diputada de Cultura de entonces. Este interesante ciclo culminó con un pase de modelos en los jardines del Colegio, para el que diez creadores malagueños (Carlos Durán, Pepe Seguiri, Gabriel Padilla, Bola Barrionuevo, Chema Lumbreras, Isabel Garnelo, Alfonso Serrano, José Ignacio Díaz Pardo, Antonio Herráiz, Agustín Parejo School, Juan Leyva, Diego Santos y Manuel de Castro) diseñaron un vestuario original.

También hubo otras muestras que reflejan el interés despertado por el diseño en aquellos años, al que el Colegio no fue ajeno en su programación. Como recordaba la arqueóloga municipal Carmen Peral, asidua visitante de la galería, “por primera vez, nos olvidamos del estilo ‘remordimiento’ de las consultas médicas y de los muebles de caoba de las casas burguesas, y comenzamos a interesarnos por el diseño moderno”. Valga recordar Hoy es color. Diseñar con formica que reunía doce paneles de 2 x 2 metros realizados con una nueva gama cromática de laminados decorativos para ser utilizados por arquitectos y diseñadores en el diseño de muebles e interiores, a partir de bocetos originales de los artistas gráficos Alberto Corazón, Alfonso Sostres, Roberto Turégano, Javier Mariscal, Enric Satué, Claret Serrahima, Peret, Pedro García Ramos, José Mª Mir/Joaquín Nolla, Javier de Juan, José Mª Cruz Novillo y América Sánchez. O La sala de Stark del diseñador francés Philippe Starck, cuyos muebles y objetos de diseño se distribuyeron por las paredes y el techo de la galería. Además de Muebles diseñados por arquitectos y Otros Muebles (diseños andaluces), ambas en 1989.

Artistas malagueños

Entre sus logros también está el haber apostado desde sus inicios por la promoción de artistas malagueños y jóvenes, cuyas estéticas no encontraban ningún hueco en los canales de exhibición y distribución de obras de arte en la ciudad. Así mismo y relacionado con este punto, el organismo colegial financió algunas exposiciones del Colectivo Palmo y apoyó económicamente la aparición y asentamiento del Taller de Gravado 7/10.

El colectivo malagueño Agustín Parejo School expuso por primera vez en la galería en el año 85, casi en los comienzos de ésta, y a partir de entonces tuvieron una presencia continuada en nuestras actividades. Atrás quedaron jugosas colaboraciones, como Dû Côté de l’URRS (1985) o Sin Larios (1992). Esta última de rabiosa actualidad.

Ellos fueron también los autores de la portada del catálogo editado con motivo de la exposición Nueve no vistos (1985) que resultó a la postre fundamental para el descubrimiento público de una tercera generación de artistas malagueños, formada por Manolo Criado, Agustín Gallardo, José Carlos Guevara, Virginia Lorente, Benito Lozano, Chema Lumbreras, José Melguizo, Enrique Queipo y Plácido Romero, a los que muy pronto se unirían otros como Sebastián Navas, Rafael Alvarado o Isabel Garnelo. Además de abrir otra de las líneas constantes de actuación de la galería del Colegio de Arquitectos en Málaga, que no fue otra que el descubrimiento y promoción de jóvenes valores a través de exposiciones y montajes colectivos que sirvieron de plataforma de muchos de ellos. Pero no quiero olvidar otros nombres, algunos con bastante peso específico y otros fuera de los circuitos, como los de Faustino Cuevas, Luís Bisbé, Joaquín Gallego, Joaquín Ivars, Jesús Marín o Pilar López en pintura o instalaciones; Encarni Lozano, Francisca Serón, Carlos Brotons, Pablo Díaz García, Odile Ruíz, Pedro Avilés & Enrique Gallardo en escultura; Paco Serrano, Ángel Horcajada, Ignacio del Río o Juano Díaz Calero en fotografía, y tantos y tantos otros que han sido, son y esperamos que sigan siendo.

También es de justicia recordar la colaboración estrecha que el pintor Plácido Romero tuvo con nosotros. A él sin duda le debemos el interés, del que nos hizo partícipes, de toda una estimabilísima corriente neofigurativa malagueña de una promoción anterior: artistas como Bola Barrionuevo (Bola 85), Chema Tato (1985), Gabriel Padilla (Daniel y los leones, 87), Pepe Seguiri (Esculturas, 1988), Daniel Muriel (Primero fue el ladrillo después vino la patata, 1992) o el propio Romero (1988) nos enseñaron tesoros gracias a su insistencia. Así mismo, su apoyo resultó fundamental para el correcto desarrollo de exposiciones como la de Autorretratos malagueños (1986).

Ese mismo año, poco antes de su muerte, tuvo lugar en el recinto colegial la excepcional muestra del artista y activista cultural Joaquín de Molina, al que recientemente la Universidad de Málaga dedicó una merecida retrospectiva contando con dos magníficas piezas de los fondos colegiales.

Mujeres artistas

La galería también abrió sus puertas a las primeras autoras malagueñas. La nómina de creadoras, de disciplinas y procedencias diversas, que expusieron en la sala y enriquecieron el patrimonio colegial, es numerosa en un tiempo donde las mujeres artistas solían ser minoría en las programaciones oficiales. Baste recordar la participación en colectivas de Concha Mamely, Margaret Harris, Herminia Hernández, Virginia Lorente, Antonia Barba, María Jesús Camacho, Carmen López, Titi Pedroche, Francisca Serón, Ángela Ache, Dolores Lamamié, Pilar López, Elena Garnelo, Odile Ruiz, Verónica Bulnes, Nela Codes, Matilde Secco, Concha Valderrama Galea, Liviana Leone, Natalia Resnik y Esther Cardell. Además de las exposiciones individuales: Fibras (1984) de Madaleine Edberg; Pinturas (1984) y Singularidad (1992) de Isabel Garnelo; Enloquecida cordura (1986) y Texto, pretexto y fotografías (1990) de Rosa Pedrero; Ideas luminosas (1987) de Jesusa Díaz-Meco; Son de mi raza (1992); de Encarni Lozano; y Muñecas (1993) de María Victoria Herrero, esta última patrocinada por el curso Urbanismo y Mujer (programa NOW de la Unión Europea), con la colaboración del Instituto de la Mujer de Málaga.

Otras geografías

La sala del Colegio de Arquitectos también sirvió de escaparate para otras zonas geográficas. Valgan como ejemplo: Ocho Pintores Juntos (1985), en la que participan los sevillanos Rafael Agredano, Curro Casillas, Fede Guzmán, José María Larrondo, Paco Lomas-Osorio, Fau Nadal, Agus Povedano y David Padilla, agrupados en torno a la galería La Máquina Española y la revista Figura, cuya presentación tuvo lugar el día de la inauguración; Artistas Catalanes (1986), de la que forman parte Alfredo Balash, Félix Baldasano y Alicia Vela; Más al Sur. Ocho pintores canarios (1987), con Sira Ascanio, Gregorio González, Marta Mariño, Jorge Ortega, Juanfra Ortega, Gabriel Ortuño, Pilar Rodiles y Montse Ruíz; Colectiva de artistas de Cuenca (1990), que reúne a Bonifacio, Carmen Pinuaga y Javier Pagola, con la colaboración de las galerías Sala Alta y Juana Mordó; Construcciones. Seis escultores (1990), con Gabriel F. Corchero, Ricardo Cotanda, Pep Durán, Begoña Goyenetxea, Emilio Martínez y Manuel Saiz. Y finalmente, Guernica en Málaga (1993) de Juan Delcampo (nombre supuesto que congregaba a los artistas Chema Cobo, Abraham Lacalle, Pedro G. Romero y Luis Navarro).

Además de las muestras individuales de artistas de la talla de Jiri G. Dokoupil, Joel Meyerovitz, Philip Starck, Robert Mapplethorpe, Manolo Valdés, Miguel Barceló, José Manuel Broto, Guillermo Pérez Villalta, Juan Navarro Baldeweg, Javier Mariscal, Pepe Espaliu, Menchu Lamas, Eva Lootz, Christine Boshier, Víctor Aparicio Abundancia, Pablo Pérez Mínguez, Miguel Trillo, Dieter Huber o Tony Bevan, entre otros.

Pero el tiempo es corto y los recuerdos demasiados. Debería necesitar más tiempo para empezar a ser ecuánime y equilibrada en los mismos, y como tampoco trato de ser exhaustiva, al final no podré hacer justicia a todo ni a todos. Sólo mencionar aunque sea someramente otras exposiciones que dan fe de esa fascinación por lo nuevo que caracterizó la programación cultural de la institución colegial: Makoki (1977-1987), diez años de lucha (exposición homenaje al popular personaje del comic con obras de Gin, Montesol, THA & TP, Bigart, Romeu, Mariel y M. Barceló, José Luis Martín, Micharmut, Mariscal, Nazario y muchos más); Alerta Roja (instalación donde un coche arrastrado por las aguas recordaba las trágicas inundaciones del año 89), Otras epidermis (creativas marionetas y cabezudos de Ángel Calvente y Jesús Calvo), El Coleccionista (una impresionante y magnífica colección privada de un coleccionista malagueño de arte contemporáneo, acompañada de la charla-coloquio “Hablar con el piloto: algunos casos de coleccionismo militante en el siglo veinte” de Juan Pablo Wert y Miguel Morán Turina); Del Natural (increíble concurso de pintura al aire libre y posterior subasta de cuadros donde se vendió bastante, e incluso se realizaron intercambios, pues la intención era fomentar el trueque); Sólo de sonetos (donde los poetas mostraban gráficamente sus poemas y ofrecían al público la oportunidad de convertirse en poetas); Tórtola Valencia (el diario visual de una bailarina de principios del siglo XX); La ciudad velada: los manuscritos del paseo marítimo (exposición de dibujos y manuscritos del poeta Rafael Pérez Estrada y fotografías de Pepe Ponce para el libro La ciudad velada); Arte en el supermercado (cientos de obras de arte a precio de saldo); ¡Qué noche la de aquel día! (festival multicultural de música, teatro, artes plásticas, cine, video-creación, performances, poesía, narración, instalaciones, diseño, moda, fotografía, acciones y maratón/concurso fotográfico) y un largo etcétera.

En resumidas cuentas, como afirma Borja Casani (1991), un heterogéneo conjunto que son el reflejo de un tiempo donde primaba la energía y la creatividad por encima de las grandes obras y los grandes maestros.

Construyendo los cimientos

El mecenazgo cultural es hoy en día moneda corriente por parte de fundaciones, asociaciones y empresas privadas, conscientes de sus deudas sociales. Por tanto, es de justicia señalar el carácter pionero de mecenazgo y patrocinio artístico desarrollado prácticamente en solitario por el Colegio de Arquitectos de Málaga, en aquellos años. Ahí están las ayudas de apoyo a la investigación y creación arquitectónica en particular y de las artes visuales en general, mediante la subvención de proyectos, la concesión de becas, de material de trabajo o simplemente la cesión de sus instalaciones para la realización de propuestas de creación e investigación. Valga como ejemplo los Premios Málaga de Arquitectura en sus modalidades de Periodismo, Arquitectura, Interiorismo, Urbanismo y Espacios Públicos y Rehabilitación, llevados a cabo desde 1984. O la financiación de publicaciones, exposiciones, becas de estudio o tesis doctorales, de manera individual o en colaboración con la Universidad de Málaga, los certámenes de pintura o las muestras de jóvenes creadores de distintas disciplinas artísticas que cada año exhibían por primera vez su obra públicamente…

Pero, sobre todo, la importancia de su labor reside en haber propiciado el contacto de la sociedad malagueña con las manifestaciones más punteras de la “modernidad”, momento de creación y estetización social que tuvo en las programaciones de la asociación colegial amplia acogida toda vez que ningún organismo entonces, por mor del reciente asentamiento de las instituciones democráticas y por tanto aún bisoños y carentes de recursos, pudo hacerse eco suficiente. El carácter arriesgado de las propuestas que acogió o produjo directamente durante ese periodo, entre exposiciones, seminarios, debates, conferencias, mesas redondas, reivindicaciones públicas, ediciones de libros, revistas y fanzines, conciertos, obras de teatro, muestras de video, de cine, happenings, performances o acciones poéticas, en ningún caso podrían haber tenido lugar bajo el auspicio de otras iniciativas e instituciones.

Por último, y no por ello menos importante, es de destacar la voluntad firme de promoción y difusión del hecho arquitectónico entre los ciudadanos de la localidad, entendiendo que la falta de conocimiento y reflexión sobre la arquitectura y el planeamiento urbano es el causante en parte de que nuestras condiciones de vida no sean a veces ni parecidas a las que podrían hacernos más felices. Por ello desde el Colegio se propició siempre el foro de debate de los distintos aspectos relacionados con el tema, a través de las obras, la memoria o las opiniones de los arquitectos más indiscutibles del momento.

Para terminar, sólo decir que muchas veces sin darme cuenta me he desviado de mi camino en dirección a la sede del Colegio de Arquitectos en las Palmeras del Limonar y a sus jardines, amorosamente cuidados por Guillermo García Pascual.

EL ACTA DEL PIRÓMANO

JOSE IGNACIO DÍAZ PARDO
ARQUITECTO, DOCTOR EN TEORÍA DEL ARTE

Conozco, porque así, hace ya algún tiempo me lo hizo saber Frazer, que la mayor parte de los mitos sobre el origen del diálogo humano con el fuego se articulan alrededor de actores interpuestos, sean el titán Prometeo en nuestra civilización, o en las antípodas, un reyezuelo de cola roja, el lagarto karom, o Sarkar la vieja de seis dedos en la mano. Su origen suele ser celeste, o al menos siempre importado desde tierras extranjeras. Un poco también, cuando ardieron nuestras palmeras tenía conocimiento de ficciones previas sobre el fuego, cuyos escenarios reflejaban ámbitos que no fueron tan míticos ni ocurrían en geografías tan ajenas. Incluso, a veces, fueron próximas: Arde el mar, El llano en llamas, Bajo el volcán…

Desde la colina donde el Colegio de Arquitectos se asoma con timidez a la bahía de Málaga, celebramos un fin de fiesta de la 1ª Edición del Festival “Maldito cine español”. Ante la inesperada potencia eléctrica exigida por el equipo acústico cedido por Generación Mishima al grupo que arropaba a Javier Pérez Grueso en una actuación improvisada, nuestra infraestructura hizo aguas con una chispa eléctrica que recorrió peligrosamente los cables aéreos de la instalación que habíamos hecho provisionalmente. Eso y una potencia insuficiente no pudieron soportar el cúmulo de actividades paralelas con las que arropamos a los músicos, como la de la proyección de las fotografías de Pablo Pérez Mínguez alrededor una iconografía heterodoxa de la Pasión y la de todos los componentes de la élite de la gente de la Movida que nos visitaban.

Todo ello condujo al colapso total de la instalación eléctrica del jardín. En la oscuridad matizada por las estrellas de una noche malagueña de verano, el pintor y paisajista Bola Barrionuevo, se encaramó a un pino centenario y, con una rama desgajada rezumante de resina, improvisó una tea con la que iluminar los restos de una fiesta que se encontraba ya en sus últimos estertores. No ardieron las palmeras, ni el pinar, ni el jardín que empezaba a espabilarse del marasmo de cuarenta años y, poco a poco, los últimos y más renuentes de los alegres participantes se fueron retirando sin un mayor censo de infortunios.

Pero, en el espíritu festivo en el que bullíamos, más iconoclasta que blasfemo, superados éstos y algunos episodios más de mayor o menor repercusión, todos volvíamos una y otra vez a la cita periódica con el Colegio de Arquitectos para festejar periódicamente los Cuatro Elementos, Proserpina, Tótems, Adornar el cuerpo, adornar el espacio…, Soledad Sevilla, Elena Asins, Mario Mertz, Richard Serra… Navarro Baldeweig, Siza, Saénz de Oyza, Fernández Alba.… Plástica, arquitectura, música, teatro, instalaciones, performances, moda, pensamiento, poesía, deporte, cine, publicaciones… Todo lo que estaba haciéndose presente en un país que empezaba a despertar de una pesadilla y en el que todavía no se habían creado las estructuras social y cultural necesarias para soportar el hondo peso de unas ansias incontenibles de renovación.

Desde aquel nuestro Sur gozoso, veíamos que los centros capitalinos tuvieron la fortuna de verse socorridos por un Estado que empezaba a sacar a la cultura del casillero de los enemigos para situarla en el de los colaboradores necesarios en el esfuerzo de integración a las corrientes creativas y de pensamiento vigentes en un entorno, el del mundo occidental, que habíamos sacralizado como paradigma. Sabíamos también que desde allí, lejos del olvido crónico de la periferia, las grandes Fundaciones, tanto las históricas como las que nacieron como resultado de una operación política diseñada para puentear los últimos escollos de la resistencia del Régimen, fueron pieza importante en el tablero de las actividades de animación cultural en unos pocos lugares privilegiados. Pero no fue así en esta periferia, bautizada intencionadamente como tal para, olvidando toda memoria incómoda, asignarle el simple papel de vagón de mercancías que ha de seguir ciegamente los caminos marcados por las locomotoras político-culturales controladas desde el Estado. A esta periferia sólo llegaban las migajas que autárquicamente podía permitirse comprar.

Málaga fue periferia por designio pero, insurgente, nunca se reconoció sometida al diseño rígido en el que quisieron encuadrarla. Así lo denunciábamos, con otras palabras, en la introducción al catálogo editado con ocasión de la única salida fuera de sus muros de la Colección colegial de Arte, expuesta con motivo del 25 aniversario del inicio de sus actividades culturales en Las Palmeras del Limonar.

Ha sido lugar común del masoquismo provinciano establecer una clara diferencia, en calidad y cantidad, del pensamiento y las acciones culturales entre el centro y la periferia. Es un tic heredado de una mentalidad burguesa que sigue teniendo sus referentes en los grandes centros que a lo largo de la Historia fueron dictando modas o imponiendo los criterios que establecía el decoro académico[1].

El Colegio de Arquitectos, contando con sus propios medios, humanos, económicos y culturales, quiso recuperar una memoria que creeríamos mítica, si no hubiésemos estado conviviendo, incluso en los momentos más duros de la Dictadura, con los supervivientes a tal desolación. Por no citar nombres, citemos actividades: poesía y su soporte formal en la tipografía, artes plásticas, pensamiento, medicina…, capacidad imaginativa y libertad. En tal estado de cosas, el foro civil del Ateneo posibilitó muchos encuentros definitivos y, de esa Institución, junto con el Colectivo Palmo o el Colegio de Arquitectos, a los que se sumaron Diputación y Ayuntamiento, empezó a insinuarse una estructura de reorganización del ámbito cultural.

No quiero entrar en temas que ya he tratado en comentarios críticos escritos con motivo de aquella otra salida a la calle de la Colección de Arte del Colegio de Arquitectos ni, por tanto, vamos a centrarnos en algunas de las causalidades que nos llevaron a construirla, sino que quiero subrayar lo que para mí es lo más importante: el valor notarial que, sumándose al valor plástico intrínseco, ha adquirido con el paso del tiempo. Parafraseando a Fernando García de Cortázar, podemos entender esta colección como una “Historia… [de la Transición en Málaga] desde el Arte” : Es el documento cultural más completo y fidedigno sobre esa época escrito en el estricto lenguaje del Arte que, más allá de lo político, hemos de entender como el motor que posibilitó un cambio absoluto en las costumbres, el pensamiento y las estéticas personal y colectiva. Desgraciadamente, en estas breves líneas no es posible construir el relato exacto y fiable de lo que digo.

Para los que conocimos la triste mediocridad de los tiempos de la dictadura y experimentamos la eclosión de luminosidad que trajo consigo el esfuerzo que todos hicimos para poder vivir la experiencia de ser dueños de nuestro propia vida, es especialmente emotivo el volver a encontrarnos con estos documentos plásticos que amojonan los hechos concretos con los que se construyó el continuum de aquella aventura. Porque estas obras no son neutrales. Acotan y subrayan, dotan de sentido a aquellos tiempos, y dejando de lado la nostalgia, nos impulsan a considerar que, aunque los recuerdos son irrepetibles, es preciso construir también con estos sujetos plásticos el Mito de aquellos años, como entonces reivindicábamos la Málaga poética de entreguerras.

Si es que queremos alcanzar el conocimiento y la consciencia de quienes somos ahora y si queremos evitar que los que nos sucedan encuentren un erial de documentos y testimonios que agoste sus ansias de saber de dónde vienen, nos es imperativo centrarnos en la preservación de este legado histórico. Admitimos la exigencia de una contextualización que haga inteligible esta Colección para que se pueda acudir a ella en un futuro buscando tener noticia de la voluntad, deseo y esfuerzo de las generaciones pasadas para lograr un Mundo distinto y mejor para todos. Pero para ello, nos son precisos hechos y objetos, como los de esta Colección, con los que construir el relato ordenado y significante que es necesario integrar en la memoria colectiva, y estamos obligados a afanarnos en la tarea, puesto que todavía hay tiempo. “Antes que el tiempo acabe”.

[1] DÍAZ PARDO, José Ignacio, 1980-2005. 25 años de cultura en el Colegio de Arquitectos de Málaga, catálogo, Málaga, Colegio de Arquitectos de Málaga, p.,13